17 de agosto de 2015

La confusión de Claudio Bertonatti



En esta ocasión me gustaría responder a un artículo titulado "La confusión del veganismo" publicado por un tal Claudio Bertonatti. Lo hago a petición expresa de varias personas que entendieron que el artículo merecía una respuesta. Espero que esta entrada les resulte de utilidad.

En mi respuesta pretendo exponer que la única confusión sobre este tema proviene exclusivamente por parte de su autor, el cual sí que estaría muy profundamente confundido en diversos puntos. Dividiré mi respuesta en dos secciones: una empírica y otra moral.

La confusión empírica

Bertonatti sostiene la idea de que los veganos están confundidos porque creen que al no consumir productos de la explotación animal ya no provocan la muerte de otros animales, cuando en realidad sí lo hacen en tanto que la agricultura también conlleva causar la muerte de animales. Así pues, no habría diferencia esencial entre comer animales y abstenernos de hacerlo de hacerlo. Esta tesis de Bertonatti evidencia una profunda confusión a varios niveles, como trataré de explicar a continuación.

En primer lugar hay que aclarar que el veganismo no se opone a la muerte de animales en sí misma, o al simple hecho de causar muerte, sino que el veganismo se opone a la explotación de los animales no humanos por parte de los humanos.

De acuerdo a su definición original, el veganismo se opone a la explotación de animales no humanos por parte del ser humano y propugna que los animales sean liberados de nuestra dominación. Esto es el veganismo y no otra cosa. El veganismo no tiene como finalidad eliminar la existencia de la muerte en el mundo sino eliminar la explotación sobre otros animales, por ser éticamente injusta.

A mi modo de ver, nadie debería opinar sobre veganismo sin informarse antes sobre lo que es el veganismo, en lugar de suponerlo  o juzgar meramente de oídas, porque entonces es probable que lo confunda con otra cosa distinta. El veganismo es un fenómeno relativamente reciente en nuestra cultura y su confusión con otras ideas diferentes con las que pudiera tener algún parecido es casi habitual.

Ésta es la primera confusión de Bertonatti. Es una confusión que he tratado varias veces en este blog, y por tanto me remito a esos textos.

Declara Bertonatti que pretende dirigirse a las personas que creen que sólo por no comer carne ya no estarían causando la muerte a otros animales.

Lo siento, pero no sé quienes son esas personas. No conozco a nadie que crea que por el solo hecho de no comer carne, o de no participar en la explotación animal, eso suponga que dejen de morir animales por su causa. Quien deja de comer animales lo que pretende es que otros animales dejen ser asesinados y explotados para que nosotros los usemos como comida o como recursos en general. De hecho, en cualquier página vegana se reconoce que asumiendo el veganismo no evitamos todo el daño que causamos, por supuesto, pero sí que evitamos ese daño en concreto.

Rechazando la práctica del canibalismo no evitamos todo el daño que causamos a otros humanos —ya sea directo o indirecto— pero sí que evitamos causar ese daño en concreto. Diría que es algo muy sencillo de comprender. No para Bertonatti, al parecer.

Por tanto, creo que Bertonatti recurre a la falacia del muñeco de paja. Es decir, se inventa una postura imaginaria para poder criticarla a su medida. No digo que no haya alguien por ahí que crea realmente lo que Bertonatti dice. Hay gente capaz de creer toda clase de cosas inverosímiles. Pero esa idea no corresponde en absoluto a lo que los veganos defienden.

Además, retomando mi crítica en el primer punto, es evidente que el autor confude sistemáticamente el veganismo con el vegetarianismo. Sobre vegetarianismo también he escrito en varias ocasiones en este blog y me remito a esos artículos para quien le interese leer un análisis específico al respecto.

Creo que es difícil comenzar de una forma peor la redacción de un artículo. El hecho de que Bertonatti no cite siquiera ningún texto que se supone que defienda la idea de que simplemente "por no comer carne ya dejamos de causar la muerte a otros animales" me hace suponer la intención de basar su artículo en esa falacia a propósito. Reitero que jamás he oído a nadie vegano asumir esa creencia que Bertonatti atribuye a los veganos o a los vegetarianos. Jamas he visto semejante declaración en los foros y grupos veganos.

Ésta es la segunda confusión grave de Bertonatti. Y no hemos hecho más que empezar. ¿Se suponía que este señor iba a aclararnos el asunto?

Dice Bertonatti que él fue vegetariano y luego se convirtió en "omnívoro". Debo señalar que este señor está usando mal las palabras, otra vez. Todos los humanos somos omnívoros. El omnivorismo es una condición fisiológica que nos permite digerir tanto sustancias de origen animal y como de origen vegetal. Esto no es algo que dependa de nuestra voluntad. Los veganos somos omnívoros dado que somos humanos. La cuestión es que los humanos no necesitamos comer animales para vivir y estar sanos. Ser omnívoro es una mera capacidad; no es una obligación para nuestra conducta ni nuestra salud. Puesto que el artículo no se extiende más en este punto, lo dejo aquí de momento.

Afirma Bertonatti que los veganos sólo se preocupan de los animales "domésticos" pero que guardan silencio sobre los animales "salvajes". Esto simplemente no es cierto. No es cierto que los veganos se preocupen más por unos animales que otros sino que el veganismo se refiere en particuar al problema de la explotación animal. No todos los conflictos y agresiones que involucran a los animales pertenecen al contexto de la explotación. La domesticación es una forma de explotación y es por eso que los veganos se refieren específicamente a ella. Pero los veganos también hablan a menudo en contra de la caza y en contra de explotar a los animales que viven libremente en la naturaleza. El veganismo se refiere a todos los animales no humanos, en tanto que todos ellos son víctimas de una misma opresión.

Insisto: Bertonatti no ha comprendido que los veganos se oponen a la explotación de animales no humanos por parte de los humanos. Si no hay explotación entonces no atañe al veganismo como tal. Hay muchos problemas morales en el mundo pero al veganismo sólo le corresponde el problema concreto de la explotación especista.

El feminismo es un movimiento que se opone específicamente a la opresión machista, que atenta contra las mujeres. Pero ¿acaso no hay también otros problemas morales en el mundo? Por supuesto, pero el feminismo se refiere a ese problema específico; un problema sobre el que se requiere tomar conciencia y responder de forma específica. Con el veganismo ocurre exactamente lo mismo.

Dado que Bertonatti no cita fuentes es imposible saber si se está refiriendo en verdad a los veganos o a los vegetarianos o a alguna clase de animalistas en particular. Teniendo en cuenta que confunde todas estas categorías de forma sistemática.

Además, el autor pretende hablar sobre el impacto ambiental de la agricultura y la ganadería pero sin citar datos ni fuentes ni evidencias objetivas. Habla simplemente en base a sus especulaciones y experiencias personales. Eso no da mucha credibilidad que digamos a la hora de debatir un asunto. Más bien indica poco rigor y poca seriedad.

Bertonatti llega a decir nada menos que "si la humanidad se hiciera vegana para la naturaleza sería una tragedia." Pero ¿hay algo de cierto en esta atrevida afirmación? Bueno, para refutar esa declaración no me basaré en meras especulaciones y experiencias personales, como hace Bertonatti, sino que consultaré los informes medioambientales de autoridades académicas. Veamos lo que nos dicen algunas de ellas.

En primer lugar, según una investigación de la Universidad de Oxford las dietas que incluyen carne animal son las que provocan una mayor contaminación con notable diferencia respecto del resto de dietas:

«El estudio también reveló que las dietas vegetarianas, por contraste, generan un equivalente de 8,4 libras de dióxido de carbono (3,7kg), menos de la mitad. Asimismo, las dietas veganas reducen aun más las emisiones, a 6,4 libras (2,8kg). Esto supone que la huella de carbono se reduce aproximadamente en un 60% con respecto a las dietas carnívoras.»



De acuerdo con el Institute of Social Ecology, la forma más eficaz de evitar la destrucción del medio ambiente es eliminar la explotación animal:

«Resulta que la agricultura de animales es la primera causa de deforestación, y destrucción de hábitats de animales en el mundo. De hecho el 50% de la tierra en nuestro planeta se usa para criar animales para el consumo humano. [... ] Los investigadores encontraron que se podría producir suficiente comida para toda la población mundial, hasta 2050, sin necesidad de convertir más bosques en campos de agricultura. Lo único que debemos hacer es dejar de comer carne y productos de origen animal. [...] La única forma de asegurarse de que haya suficiente comida para todos en las próximas tres décadas es si todos nos volvemos veganos, o sea, no comemos carne ni productos de origen animal como leche, huevos o miel de abejas. Si logramos hacer esa transición, no solo salvaríamos los bosques de nuestro planeta, sino que también podríamos llevar un estilo de vida más saludable.»

Esto coincide con lo que publica la Fundación Universia sobre los efectos que tendría el veganismo en sustitución de la explotación animal:

«Las explotaciones ganaderas de más de 1.300 millones de animales se desarrollan en el 24% del territorio mundial, destruyendo miles de hectáreas de bosque tropical en América para incrementar el número de pastizales. Este proceso está llevando a la extinción a numerosas especies de seres vivos. Asimismo, esta constante explotación destruye la fertilidad del suelo, evitando que estas tierras puedan utilizarse para plantar vegetales y cereales.»

Y en la misma línea se pronuncia una investigación de la Universidad de Tulane y la Universidad de Michigan publicado en Environmental Research Letters.

En conclusión, y de acuerdo a la revista Scientific American, una dieta basada en alimentos vegetales representa la opción más sostenible para el planeta y la salud pública:

«Los resultados sugieren que las dietas basadas en frutas, verduras y legumbres constituiría una opción más sostenible para el planeta. Si fueran adoptadas a escala global reducirían las emisiones de gases de efecto invernadero de origen agrícola, la deforestación y la extinción de especies que viven en estos entornos naturales. Además, ayudarían a prevenir todo tipo de enfermedades crónicas no contagiosas relacionadas con la dieta.»


Así, deducimos que el veganismo aplicado a la producción de alimentos conlleva [1] menos contaminación emitida, [2menos extensión de tierra cultivable, [3menos cantidad de agua utilizada, y [4menos gasto de recursos naturales en general, para poder producir una mayor cantidad de comida que los que necesita el sistema actual basado en la explotación animal para producir el mismo alimento en forma de calorías y nutrientes.

Además de esto, y de acuerdo a los cálculos publicados por la organización Animal Visuals, también ocurre que un mundo vegano —en el que no existiera la explotación animal— conllevaría una reducción notable en el número de animales que son directamente perjudicados por la industria agrícola durante los procesos de cultivo del suelo y recolección de las cosechas.



Aplicar el veganismo a gran escala conllevaría que muchos menos animales no humanos murieran o se vieran afectados por la agricultura humana.

Es decir, la implantación global del veganismo no sólo evitaría todas las víctimas de la explotación animal sino que además reduciría de forma muy considerable el número de víctimas que provoca indirectamente la agricultura.

En definitiva, podemos elegir basar nuestras creencias en datos y evidencias empíricas o podemos creernos ciegamente las historietas que nos cuenta Bertonatti. Si nuestra intención es defender a toda costa la explotación animal, a costa de la verdad y la ética, entonces sólo nos conviene la segunda opción.

Si la humanidad se hiciera vegana esto supondría una tragedia sólo para el prejuicio de quienes desean mantener, por mero placer o inercia, una tradición innecesaria y violenta que causa sufrimiento y muerte a miles de millones de animales: víctimas que podríamos fácilmente evitar seguir causando. Para el resto, la implantación del veganismo supondría un cambio beneficioso en todos los aspectos.

Yo he citado fuentes objetivas que no tienen relación alguna con la defensa del veganismo. Todas ellas, y cualquier otra similar que consultemos, coinciden en que eliminar la explotación animal es una medida positiva para el medio ambiente y que adoptar una alimentación vegana bien planificada no es sólo una opción viable sino incluso beneficiosa para nuestra salud personal.

Con todo esto sólo quería dejar constancia que las afirmaciones empíricas de Claudio Bertonatti en contra del veganismo son manifiestamente falsas y no tienen relación alguna con la realidad. Mi razón para rechazar sus argumentos no se debe sólo a que intente atacar el veganismo. Si alguien intentara defender el veganismo alegando falsedades o falacias no dudaría en denunciarlo y rechazarlo de igual modo. El conflicto en este asunto es incluso más profundo que la oposición entre veganismo y explotación animal. Se trata de un conflicto entre la verdad y la mentira.

Y así entramos a continuación en el contexto propiamente moral.

La confusión moral

Mi adhesión al veganismo no tiene relación alguna con el hecho de que su aplicación práctica sea beneficiosa para mí o para la humanidad en general. Soy vegano porque estoy en contra de que se trate a los sujetos como si fueran objetos. Estoy en contra de que se considere a las personas como si fueran cosas. Estoy en contra de que explotemos otros individuos y violemos sus intereses en nuestro beneficio, valiéndonos de que somos más inteligentes o más poderosos que ellos. Ésta es la base moral del veganismo y el único fundamento que hace que el veganismo sea consistente en su práctica.

Cuando se realizan estimaciones sobre cuáles opciones son más respetuosas con el medio ambiente —y por tanto con todos los animales que dependemos del medio ambiente para vivir— dentro de esas opciones no se incluye la esclavitud humana. Supongamos: ¿y si la opción más ecológica de todas fuera utilizar a seres humanos como esclavos en lugar de usar máquinas y trabajadores libres? ¿Haría esto que la esclavitud humana fuera aceptable?

La primera confusión moral de Claudio Bertonatti incurre en la creeencia de que los criterios medioambientales se imponen a los criterios morales.

Antes de ponernos a discutir sobre la valoración medioambiental de una actividad, primero deberíamos analizar si esa actividad es básicamente aceptable desde el punto de vista ético.

A la hora de evaluar su moralidad no nos ponemos a valorar el impacto medioambiental del asesinato, la tortura, la violación sexual, la esclavitud, el abuso infantil,.. y demás acciones que consideramos crímenes execrables. Estos actos violan los principios morales más elementales y por esto los condenamos independientemente de su impacto medioambiental. Entonces, ¿por qué deberíamos tratar de forma distinta esos actos cuando sus víctimas son otros animales? ¿Debemos tratarlos de forma diferente sólo porque esos animales no son humanos sin importar que sienten, sufren y son individuos que tienen los mismos intereses básicos que nosotros?

La segunda confusión moral de Claudio Bertonatti reside en creer que humanos y otros animales merecen una consideración moral distinta sólo por estar clasificados en especies diferentes. Esto es lo que conocemos por especismo.

Alega Bertonatti que la agricultura implica la muerte de animales no humanos. No sólo la muerte accidental sino también muertes provocadas intencionadamente por los agricultores para evitar que esos animales se coman los cultivos. Este hecho es objetivamente cierto. Lo que no es cierto es que este hecho suponga legitimarnos para explotar a otros animales.

El razonamiento de Bertonatti para justificar la ganadería es el siguiente: como no podemos evitar causar algún tipo de daño para poder vivir entonces no importa que causemos innecesariamente miles de millones de víctimas que sí podríamos evitar. Asombroso razonamiento.

Alegar que como no podemos evitar dañar o matar a otros animales para poder vivir entonces no hay problema moral en explotarlos resulta un argumento absurdo. Bajo ese mismo criterio, estaría justificado practicar el canibalismo. ¿Si al vivir no podemos evitar causar algún tipo de daño a otros humanos, aunque sea indirecto o accidental, qué importa usarlos para comida? Claro, el prejuicio especista de Bertonatti no le ha dejado ver esta obvia consecuencia que conlleva asumir su criterio.

Si el hecho de que no podamos evitar causar algún daño al vivir justificara que comamos animales entonces, por el mismo criterio, también justificaría que comiéramos seres humanos —que también están hechos de carne y sus hembras producen leche. La especie no hace ninguna diferencia. La especie no es una característica ni es una entidad; es un concepto que construimos intelectualmente en base a determinadas semejanzas genéticas entre individuos.

Como ya aclaré al comienzo de este ensayo, el veganismo no se opone a la muerte en sí misma ni al hecho de causar muerte. El veganismo se opone a la explotación de otros animales. Ahora bien, el asesinato es una forma de explotación. Causar la muerte a alguien para obtener un beneficio a su costa es explotarlo; es utilizar a alguien como un mero recurso para nuestro beneficio. Por esto el veganismo se opone a los mataderos.

No obstante, nada de esto tiene que ver con el hecho de que matemos animales para evitar que se coman nuestros cultivos. Si fueran seres humanos los que invadieran nuestras plantaciones agrícolas para comerse la comida de la que dependemos para vivir, estaría justificado que tomáramos medidas similares para evitar que lo hicieran. Se trata de un caso de autodefensa. Aquí hay un conflicto de intereses. Pero la explotación animal no es el resultado de un conflicto de intereses; es la opresión de un grupo sobre otro, motivada por el beneficio e incluso a menudo simplemente por la inercia de la tradición y las costumbres.

Sin embargo, no estoy sugiriendo que esa situación de conflicto siempre justifique automáticamente matar a otros animales de forma despreocupada —ya sean humanos o no humanos. Deberíamos intentar encontrar un medio de proteger los cultivos que no hiciera necesario tener que recurrir a métodos letales para evitar conflictos con otros animales. Pero, en cualquier caso, se trata de una situación categorialmente diferente al hecho de explotar animales para servirnos de alimento o de vestimenta o cualquier otra finalidad.

¿Si no pudiéramos vivir sin matar a otros humanos que nos atacaran, o que atacaran nuestros cultivos que necesitamos para sobrevivir, acaso esto justificaría que levantáramos granjas y mataderos para poder criar y comer a seres humanos?

Si uno reflexiona sobre el argumento de Bertonatti puede ver claramente que es una postura absurda y que está confundiendo categorías mediante una falacia de asociación, que pretende equiparar dos hechos o dos nociones basándose exclusivamente en que hay un elemento común entre ellas. El solo hecho de que en dos situaciones haya causación de muerte no las convierte en equivalentes. Causar la muerte de alguien de forma totalmente accidental no es lo mismo que matar a alguien con propósito intencionado. Causar la muerte de un agresor para defender nuestra vida no es lo mismo que matar a un inocente para obtener un beneficio de su muerte. No es lo mismo ni siquiera a nivel empírico, fáctico, ni menos aún en sentido moral.

El argumento de Bertonatti se basa en el criterio de asumir que si en una situación concreta yo no puedo evitar matar para defenderme entonces de esto se deriva que está bien que mate sistemáticamente a otros individuos para beneficiarme. Pero no hay ninguna conexión lógica entre la premisa y la conclusión, aparte de la presencia del hecho mismo de la muerte. Estamos ante lo que en teoría lógica se conoce como un non-sequitur

La explotación animal no se basa en la supervivencia ni en la autodefensa —en proteger nuestra vida ante un ataque— sino en el deseo de obtener un beneficio, y este beneficio se reduce habitualmente al placer que nos causa comer animales o vestir con trozos de animales. Ésta es la única excusa que tenemos para alegar: nos da gusto saborear cadáveres y secreciones orgánicas de otros animales y llevar puestos trozos y pelos arrancados de sus cuerpos. Como acertadamente declara el profesor Gary Francione, respondiendo a esta misma polémica suscitada en el ámbito anglosajón:

«La mejor excusa que tenemos para infligir sufrimiento y muerte a 56 mil millones de animales es que saben bien. Decimos que está mal causar sufrimiento innecesario a los animales, pero al mismo tiempo lo estamos causando sistemáticamente.»

En conclusión, el artículo de Claudio Bertonatti debería retitularse: "Promover la confusión sobre el veganismo" o algo parecido. Para lo único que sirve su artículo es para evidenciar que su autor vive en la absoluta confusión y promueve la confusión a los demás.

Si su intención era difamar el veganismo, como así parece, creo que el efecto que ha conseguido, de acuerdo a lo que he estado leyendo los foros, ha resultado ser justo el contrario, puesto que ha permitido generar un debate que nos ha dado la oportunidad de replicar a prejuicios y confusiones sobre el veganismo.

9 de agosto de 2015

Cinco errores fatales del activismo animalista


La organización PeTA dice que si haces algo bueno por otros animales entonces eres un "ángel" para ellos aunque sigas explotándolos para servir de alimento o vestimenta. El mensaje es que uno puede ser bueno con los demás animales aunque sea su explotador.

Ésta es mi traducción de un texto escrito por Victor Schonfeld, quien fue el autor de un documental llamado The Animals Film, estrenado en el año 1982, y que tuvo un éxito notable en el mundo anglosajón de aquel momento —algo parecido a Earthlings en nuestra época más reciente— lo cual motivó a mucha gente a acercarse al vegetarianismo y el activismo animalista.

En el texto, Schonfeld expone su opinión sobre la evolución del movimiento animalista. El artículo se publicó en 2010 pero creo que vale la pena rememorarlo, pues a fin de cuentas no han cambiado tanto las cosas desde entonces. Aunque no es un análisis especialmente profundo, considero que señala algunos puntos importantes a tener en cuenta.

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Cinco errores fatales del activismo animalista

Henry Schonfeld

2010

Hay algunas cosas que me han motivado a continuar, y que me hacen sentir orgullo por como he vivido durante estas últimas décadas. Cerca del primer puesto de la lista está el ser vegetariano por razones éticas. Esto ya estaba pasado de moda en 1977 cuando dejé de comer carne y me puse a rodar The Animals Film. Me puse loco de contento cuando el filme tuvo un impacto que ni yo habría soñado; luego volví a interesarme por cuestiones humanas en mi trabajo creativo. No fue hasta 30 años después que por sugerencia de la BBC volví al mismo terreno para hacer la serie de documentales radiofónicos: One Planet: Animals and Us. Si bien yo seguía siendo vegetariano y esperaba descubrir que la explotación de los animales en la alimentación y la ciencia se habría reducido desde la década de los 80.

Sin embargo, lo que descubrí fue bastante perturbador: una total ausencia de progreso real. Austria tenía leyes muy estrictas que se acercaban a un cambio significativo, pero el número de animales sufriendo para satisfacer las necesidades y placeres humanos no ha menguado y la explotación industrial para comida se ha extendido por todo el planeta.

Sólo había un avance claro, a pesar de todo, y era la progresiva normalización del vegetarianismo a lo largo de los años.

Cuando me instalé en Gran Bretaña, los restaurantes raramente ofrecían opciones vegetarianas; los supermercados apenas podían satisfacer mis necesidades. El principal restaurante vegetariano de Londres se llamaba Cranks [Excéntricos] y esto lo dice todo. Ahora, por contraste, veo a familias enteras comprando comida vegetariana en la tienda de la esquina que regenta mi sobrina, y las opciones vegetarianas se van haciendo habituales en los comedores de los colegios.

En consonancia con esto, una de los oyentes de mi trabajo en la BBC expuso una crítica que contrastaba con las respuestas entusiastas que tuvieron los programas. "Qué malo es saber que Schonfeld sigue siendo vegetariano después de tantos años", se quejaba. Lo que ella quería decir es que le parecía mal que yo no me hubiera vuelto vegano. Después de concluir la serie de documentales con el profesor Gary Francione apelando a la educación vegana como "base moral" para los derechos animales, todavía quedaba la cuestión: ¿qué pasa conmigo y con la manera en que vivo?

Yo había dejado de evitar los lácteos y los huevos en mi dieta así como la piel y la lana de mi vestimenta. Tenía mis razones y la principal era que no quería imponer ese estilo de vida a mi familia. Además, en la década de los 80, uno de los defectos del movimiento por los derechos animales era la marginación. Así que cuando me entrevistaron sobre The Animals Film y los periodistas me señalaron inconsistencias sobre mi forma de vida, dije que yo llevaba zapatos de piel o añadía leche a mi café para que las implicaciones del filme no pudieran ser ignoradas descalificando a su autor por ser un fánatico.

Pero ahora en el siglo 21, los supermercados ofrecen comida vegetariana, los restaurantes sirven menús etiquetados como vegetarianos, y el daño a la salud y al medio ambiente causados por las granjas industriales se ha convertido en un saber común. Ya es hora de que los veganos hagan oír su voz. Incluso los huevos camperos y la producción de leche ecológica implican un notable sufrimiento y los animales son asesinados cuando su productividad decrece.

Ya desde la infancia se nos acostumbra a utilizar una diversidad de productos animales sin pensar en ello. Seguir el camino del veganismo requiere un esfuerzo. Yo comprendí esto: conseguir evitar completamente la explotación puede ser difícil pero los esfuerzos continuos nos fortalecen.

Así que a nivel individual estoy esperanzado. Aunque la serie de Animals And Us hizo evidente que el trabajo de los grupos animalistas organizados ha sido claramente inútil hasta la fecha, en términos de alcanzar objetivos, y las campañas por conseguir pequeños cambios son posiblemente contraproducentes. El activismo organizado está muy necesitado de nuevas perspectivas. Por lo cual he presentado para su escrutinio cinco errores fatales del activismo animalista:

1. En lugar de promover los objetivos de los derechos animales dentro de un contexto global de cambio social, las organizaciones animalistas insisten en ir por su cuenta. Hasta el Partido Verde tiene un programa de derechos animales tan radical como el de muchas organizaciones animalistas.

2. Uno de los grupos animalistas más conocidos a nivel mundial exhibe habitualmente cuerpos de mujeres desnudas, incluyendo a estrellas del porno, para llamar la atención de los medios informativos. ¿Cuándo se ha visto que una organización de derechos humanos cayera tan bajo?

3. Los grupos animalistas se han dedicado a premiar a diseñadores de mataderos y a cadenas de hamburgueserías después de haber negociado con ellos pequeños cambios que permiten que la explotación permanezca intacta.

4. En lugar de promover como base moral que las personas deben hacerse veganas para así abandonar su participación en la explotación de los animales, los grupos animalistas han apoyado conceptos como el de "carne feliz", "carne humanitaria" y "omnívoros conscientes".

5. Tácticas de violencia e intimidación personal hace tiempo que dejaron de tener un apoyo favorable, pero ahora los activistas gastan energía y recursos en organizaciones que carecen de una estrategia para conseguir acabar con la explotación animal, ya sea para la alimentación o para la ciencia. 

Los activistas no se han planteado a sí mismos las cuestiones más controvertidas, y la auto-promoción de las organizaciones ha sustitutido el menos glamuroso trabajo de ayudar a la gente a cambiar de forma de vida. Mucho ruido y pocas nueces. Tal vez sea hora de revertir esto. 

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Pienso que las conclusiones de Victor Schonfeld fueron fuertemente estimuladas por el contacto intelectual con Gary Francione, quien desde la década de los 90 del siglo pasado ha sido un severo crítico sobre los planteamientos teóricos y prácticos que han predominado dentro del ámbito animalista; especialmente con las organizaciones animalistas corporativas. El propio Francione realiza un comentario favorable respecto del artículo de Schonfeld en su blog.

A mí me gustaría hacer dos observaciones en relación con el contenido del texto:

La primera es que no existe tal cosa como un movimiento animalista. Esto no existe. Lo que sí existe son varios movimientos que defienden la consideración moral sobre los animales nohumanos. Varios y no uno. En mi artículo «Tres movimientos» identifiqué claramente tres posicionamientos dentro del contexto animalista. Cada uno de ellos con bases, medios y objetivos diferentes. Que en la práctica haya una constante confusión y solapamiento entre ellos —por el simple hecho de que todos tienen en común el preocuparse por los animales no humanos— no invalida la evidencia de que son sustancialmente diferentes.

No deja de ser curioso que en las publicaciones de los defensores de la explotación animal sea donde más claramente se reconoce que existen unas evidentes diferencias dentro del ámbito animalista, frente a la creencia de que sólo hay un solo movimiento animalista. Y pienso que si los no-humanos pudieran comprender estos asunto, y expresar su parecer, también entenderían muy bien estas diferencias. Quienes tienen mayores problemas para distinguir son los propios animalistas, seguramente en parte debido al bombardeo propagandístico de las organizaciones corporativas que son las que difunden el engaño de "un movimiento por los animales" único y monolítico —el cual en la práctica consiste básicamente en darles dinero a ellas, claro.

Mi segunda reflexión, en relación con la anterior, es que si no aclaramos ese punto ni siquiera vamos a comprender qué es lo que está ocurriendo y mucho menos vamos a solucionar nada. Por supuesto que Schonfeld no señala esto en su artículo porque seguramente, como la mayoría de la gente, cree que existe un movimiento animalista que sólo varía en la radicalidad o la intensidad de su implicación. Es un error importante no reconocer estas diferencias ideológicas. Algo así como ignorar o confundir dentro del contexto humano las esenciales diferencias entre diferentes posiciones ideológicas: fascismo, anarquismo, liberalismo, socialismo,...

La confusión es un mal y, por tanto, favorece todo aquello que sea un mal. Los males son el especismo y el bienestarismo. Ambos prejuicios son, a mi entender, los verdaderos errores fundamentales y que han provocado como consecuencia todo lo demás. Nuestra confusión para advertirlos y denunciarlos ha permitido que dominen nuestra cultura incluyendo, por supuesto, a todo el ámbito animalista.