27 de octubre de 2013

¿Debemos adoptar un enfoque ambientalista?


Este ensayo pretende argumentar que un enfoque ambientalista sobre el problema de la explotación animal no es compatible con una perspectiva vegana. Dispongo de varias razones que apoyan esta postura.

Primero; el enfoque ambientalista se centra en las actividades más contaminantes y perjudiciales para el medio ambiente. Una de estas actividades es la ganadería. Ahora bien, la explotación animal no se reduce a la ganadería y hay muchos usos de animales a los que no se puede objetar un impacto ambiental significativo. ¿Qué perjuicios ambientales tienen, por ejemplo, la tauromaquia, el pastoreo tradicional o la tracción a sangre o la apicultura? El enfoque ambientalista ni siquiera puede abarcar el uso de animales en general, que es el foco del veganismo.

Segundo; aparte de no abarcar todo uso de animales, el enfoque ambientalista ni siquiera dirige sus críticas a la ganadería en general sino específicamente a la ganadería intensiva. La ganadería extensiva que se practicaba en el siglo XIX no dañaba el medio ambiente. Así, hay grupos ambientalistas que proponen reformar la ganadería para disminuir su impacto ecológico. Los ecologistas, y personas preocupadas por el medio ambiente en general, seguirán consumiendo animales mientras sigan considerando a los animales como recursos para los humanos. Mientran mantengan ese prejuicio, su conducta sólo puede dirigirse hacia promover la reforma de la explotación animal para reducir su impacto ambiental.

Tercero; un enfoque ambientalista no cuestiona el prejuicio del especismo y la dominación humana sobre los animales. Así pues, al no tocar siquiera la raíz del problema moral en nuestra relación con los demás animales, ni cuestionar la causa que provoca la explotación de los animales, el enfoque ambientalista sólo sirve para promover la eficiencia ecológica de la explotación animal y sustituir un tipo de uso de animales por otro tipo de uso de animales. Esto está en el extremo opuesto a lo que pretende el veganismo.

Cuarto; una cosa es informar a la gente sobre los efectos medioambientales de aplicar el veganismo a nivel global —aportando datos que aclaren las dudas y respondan a las objeciones que se presenten al respecto cuando difundimos el veganismo. Pero otra cosa muy distinta es pretender promover el veganismo poniendo el foco en el medio ambiente. Son dos perspectivas diferentes. La prímera es lícita, en tanto que forme parte de un contexto en el que explicamos que es éticamente injusto utilizar a los animales. Pero la segunda no lo es porque no fomenta que la gente se cuestione el especismo ni comprenda que la explotación animal es una injusticia en sí misma, y además tiene efectos contraproducentes, como el de promover la reforma ecológica de la explotación animal.

Quinto; veganismo es oponerse el uso de animales por considerarlo una injusticia. Veganismo no es dejar de consumir productos de animales porque contaminan mucho. El argumento del impacto ambiental está centrado en la ganadería industrial y no sirve para rechazar la mayoría de usos de animales y además ignora el valor moral de los animales. Es como proponer que rechacemos los campos de exterminio porque contaminaban mucho, como si los humanos estuvieran en la misma categoría moral que la madera o el carbón, en lugar de explicar que no deberíamos asesinar a seres humanos, independientemente de la contaminación.

Por estas razones podemos juzgar que el enfoque ambientalista es moralmente erróneo, no respeta ni beneficia los intereses de los animales y, por tanto, no deberíamos apoyarlo. Si reconocemos a los animales como seres que poseen un valor moral inherente y como sujetos de derechos entonces el problema medioambiental debe ser afrontado desde una perspectiva ética basada en el principio del veganismo y la filosofía de los Derechos Animales, en la línea de lo que ya propusiera el profesor Tom Regan hace décadas.

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