26 de marzo de 2013

Un error categorial



En el año 1949 el filósofo inglés Gilbert Ryle publicaba un libro titulado «El concepto de lo mental» en el que trataba diversos temas sobre filosofía de la mente y en el que específicamente criticaba un dogma tradicional del pensamiento filosófico, basado en la idea de que las nociones de cuerpo y de mente se refieren a dos entidades diferentes y separadas. Lo que Ryle explicaba, básicamente, es que este dualismo era erróneo y una consecuencia de lo que denominaría error categorial

Ryle señala que pensar que cuando hablamos de cuerpos y mentes nos estamos refiriendo a entidades distantes y singulares es lo mismo que creer que cuando hablamos de ciencia y cuando hablamos de química nos estamos refiriendo a cosas totalmente distintas. Obviamente no es así. La química forma parte de la ciencia y la ciencia no puede entenderse sin la disciplina que estudia las propiedades de la materia. Del mismo modo, la mente es una actividad del cuerpo —situada concretamente en el cerebro— y, a su vez, nuestro cuerpo no puede sostenerse por sí mismo sin la existencia de la mente.

¿En qué consiste el error entonces? El error está en creer que los conceptos de mente y cuerpo —o los de ciencia y química— pertenecen a la misma categoría. Cuando equiparamos nociones que pertenecen a categorías diferentes incurrimos en el error categorial

No es un error decir, por ejemplo, que nosotros somos humanos, o que somos animales, o que somos entes, o que somos personas, o que somos españoles —si lo fuéramos. El error estaría en creer que todas esas nociones, aunque refieran a una misma entidad material, se identifican también dentro de una misma categoría. Todas esas categorías se pueden encontrar en un mismo individuo, pero desde luego no son la misma categoría ni son conceptos sinónimos.

En todo caso, no es mi intención explicar en detalle o comentar estos argumentos de Ryle, con los que esencialmente estoy de acuerdo, sino solamente mencionarlos para, a partir de ellos, señalar ciertos errores categoriales que se producen continuamente cuando hablamos de veganismo. Recomiendo leer el libro de Ryle, si se quiere profundizar en estos temas.

¿Qué tiene que ver todo esto con el veganismo? En la situación actual tiene mucho que ver. Aunque para notarlo deberíamos tener medianamente claro qué es el veganismo.

El veganismo es un principio moral que afirma que los otros animales deben estar libres de nuestra dominación y, por tanto, condena y rechaza que los utilicemos para nuestros fines. Ésta es la razón por la que el veganismo implica no consumir o participar en ninguna actividad o producto que implique utilizar animales no humanos. 

Si asumimos el principio del veganismo entonces de él se derivan una serie de prácticas. Igual que si asumimos el principio básico del feminismo tendremos que dejar de apoyar o participar en cualquier acción que implique forzar o someter a las mujeres a la voluntad de los hombres y rechazar esta opresión sexista.

Si tenemos claro este punto entonces nos resultará relativamente claro ver lo siguiente. Pero si alguien piensa que el concepto de veganismo puede significar lo que a cada uno le parezca arbitrariamente, entonces probablemente no coincidirá con nada de lo que yo diga aquí; salvo que cambie de parecer.

Intentando ser lo más conciso posible: si efectivamente el veganismo es el reconocimiento moral de que los demás animales son personas no humanas y el rechazo de nuestra opresión especista sobre ellos, entonces carece de sentido por completo que digamos que el veganismo tiene que ver con preservar el medio ambiente o con mejorar nuestra salud humana o con la explotación de seres humanos, o con cualquier otra cuestión que no sea en sí misma la explotación de animales —estaríamos incurriendo en un error categorial. Estaríamos confundiendo temas que, aunque pudieran tener alguna relación circunstancial entre ellos, no pertenecen a la misma categoría.


Si veganismo significa la doctrina de que los humanos no debemos explotar a los animales entonces dicho principio ético no se puede justificar argumentando sobre nuestra salud personal, el medio ambiente o la injusticia contra seres humanos. 

¿Es malo para nuestra salud asistir a un circo en el que se utilicen animales? ¿Acaso es perjudicial para el medio ambiente organizar peleas de perros? ¿Sería contrario al respeto que merecen los seres humanos el hecho de despellejar a otros animales para vestirnos con trozos de sus cuerpos? La respuesta es un evidente y rotundo no para todos los casos. Y para otros similares. El veganismo no existe para beneficiar nuestra salud, para preservar el medio ambiente o para fomentar el respeto por los seres humanos. Aunque el veganismo no es incompatible con estas y otras cuestiones morales, ni excluye preocuparse también por ellas, pero podemos entender que se trata de cuestiones categorialmente diferentes.

Por ejemplo, la esclavitud de seres humanos es un problema específico. Esta esclavitud no tiene como causa, ni como consecuencia inherente, la contaminación del medio ambiente o un perjuicio de salud a quienes ejercen dicha esclavitud. Se trata de situaciones categorialmente distintas. Podemos esclavizar a seres humanos y al mismo tiempo respetar el medio ambiente o nuestra propia salud. Lo mismo ocurre cuando se trata de la opresión sobre los demás animales.


El veganismo sólo puede justificarse racionalmente teniendo en cuenta el hecho científicamente comprobado de que los demás animales son seres sintientes: son individuos que tienen voluntad e intereses propios. Ellos son sujetos; no son objetos y, por tanto, no está lógicamente justificado que los tratemos como si fueran objetos, sometiéndolos a nuestra voluntad, reduciéndolos a la condición de recursos para nuestro beneficio. 

Hay un problema específico y peculiar en nuestra sociedad, en nuestra cultura: el especismo. Mas concretamente: la creencia de que los demás animales existen para servir a los intereses de los humanos —el supremacismo humano. Este problema concreto existe aparte del perjuicio al medio ambiente, la preocupación por nuestra salud personal o la violencia intraespecífica entre seres humanos. No comprender que se trata de cuestiones diferentes, o pensar que todo se reduce a lo mismo, es un ejemplo de error categorial. Podemos respetar el medio ambiente y explotar a los demás animales, o viceversa. Podemos cuidar bien nuestra salud y explotar a los demás animales, y al contrario. Es muy evidente que no son la misma cuestión

Tanto los que defienden o contaminan el medio ambiente, así como los que se preocupan por la salud humana, y también aquellos que rechazan o ejercen la violencia contra seres humanos, tienen todos ellos al menos algo en común: el especismo. — del cual derivan directamente el antropocentrismo y la doctrina del supremacismo humano. Todos ellos, o en su gran mayoría, consideran que los humanos tenemos derecho a utilizar a los demás animales para satisfacer nuestras necesidades y deseos. Pueden diferir tal vez en determinados puntos, pero todos ellos coincidirían esencialmente en esa mentalidad. El efecto de ese prejuicio es que esclavizamos y asesinamos a billones de animales inocentes sin necesidad ni razón que lo justifique.

El veganismo surgió como respuesta a ese grave y concreto problema: la dominación humana sobre los demás animales. Igual que el feminismo surgió en su momento como respuesta a la dominación patriarcal que padecían, y aún padecen, las mujeres. El veganismo no es una dieta; es un principio ético que abarca todos los ámbitos de la vida. El veganismo no existe para mejorar la salud humana ni para conservar el medio ambiente sino para respetar a los animales como personas con derechos; comenzando por el derecho más fundamental —el derecho a no ser propiedad.

¿Acaso todo esto quiere decir de algún modo que sólo debemos preocuparnos por el veganismo? Por supuesto que no es así necesariamente. El veganismo es compatible y coherente con otras posiciones morales sobre otras cuestiones diferentes. Pero sí debemos preocuparnos por asumir el veganismo como base moral en nuestra mentalidad y en nuestros actos. Asimismo, debemos intentar no incurrir en el error categorial de seguir creyendo que problemas esencialmente diferentes se pueden reducir a uno solo, o pensar que un principio o problema puede relacionarse con otros que no pertenecen a la misma categoría.

24 de marzo de 2013

El autoengaño como forma de activismo o algo peor





Hace unas pocas semanas se anunciaba la entrada en vigor de una ley a nivel europeo que supuestamente prohibía el uso de animales para realizar pruebas en ellos con productos utilizados para fines de higiene, cosmética o aseo. Por supuesto, la medida era celebrada por la mayoría de animalistas, demostrando así ni siquiera haberse leído el texto de la legislación, ni haber analizado con un mínimo de profundidad lo que había ocurrido.

Loss defensores del especismo y la explotación animal celebran esta ley. ¿Por qué? Porque ayuda a reforzar el prejuicio del especismo y la explotación animal.

En primer lugar, resulta que la propia ley en cuestión falla en sus propios términos.

Algunas asociaciones que han apoyado esta ley reconocen ellas mismas que su aplicación resulta muy problemática y no hay garantía de que se cumpla:
«En este contexto, pese a que ANDA aplaude la prohibición, pero subraya que estos ingredientes no podrán entrar a la Unión Europea para "fines cosméticos", pero sí con fines terapéuticos, por lo que advierte de que podrían seguir importándose bajo otra nomenclatura. 
¿Qué hacer si entra un ingrediente para otros fines probado en animales en Europa y acaba siendo empleado por la industria cosmética?", se pregunta Díez, que lamenta que esta prohibición "no queda garantizada, por lo que la Directiva Europea podría quedar "vacía de contenido.»
Como se puede ver, el contenido concreto de la ley está lleno de excepciones y ambigüedades que en modo alguno garantizan siquiera que realmente se vayan a dejar de utilizar animales en experimentos para productos de aseo y cosmética.

De hecho, lo más probable es que a partir de ahora aumentará el consumo de productos de origen animal, ya que organizaciones como Anima Naturalis, y otras, están anunciando que los animales nohumanos ya no serán utilizados en experimentos de cosmética e higiene. Y como sólo los veganos se preocupan de que los ingredientes no sean de origen animal, la consecuencia es que mucha gente no-vegana que compraba deliberadamente en empresas que de verdad no testan ni usan ingredientes de origen animal a partir de ahora simplemente comprará cualquier producto del mercado.

A diferencia de lo que pudiera parecer en un primer momento, lo cierto es que toda esta medida legislativa es un ejemplo representativo de lo que predomina en el ámbito animalista. Nos encontramos con que se trata de [1] una medida injusta —discrimina injustamente entre las víctimas de la explotación animal— [2] una medida inútil —no evita las víctimas— y además es [3] una medida dañina —engaña al hacer creer falsamente que hay un avance hacia el respeto por los demás animales.

Este tipo de iniciativas además está ayudando a aumentar y reforzar la explotación animal. Por un lado, distraen completamente la atención del verdadero problema: el especismo y la violencia sistemática que ejercemos contra los demás animales que utilizamos. Esas campañas ayudan a reforzar la idea de que es aceptable mantener la situación actual de dominación especista reformando la esclavitud para que sea más "humanitaria" con los no-humanos esclavizados y no se les esclavice para fines "innecesarios".

Expongo una analogía para ilustrar lo que los animalistas están celebrando: sería como anunciar que las gallinas ya no serán explotadas en la Unión Europea para usar sus huevos en la elaboración de alimentos. Pero seguirán siendo explotadas para usar sus huevos en medicinas o experimentos científicos y médicos. En ese caso, lo único que tendrán que hacer las empresas de alimentación para conseguir huevos es comprárselos a su vez a otras empresas que se dediquen a la fabricación de medicinas, o la realización de experimentos, o que tengan sus propios centros de explotación de gallinas. O también pueden importar huevos que provengan fuera de la Unión Europea. La ley no prohíbe nada de esto.

Por otra parte ¿qué ocurre con los ingredientes mismos? Ese medida no dice nada acerca del origen de los ingredientes. Gran parte de los productos de higiene y cosmética llevan sustancias de origen animal: glicerina, cera de abejas, lanolina,... Incluyendo productos que llevan el sello de "no testado".

Mucha gente que no quiere participar en la explotación de los animales consume productos "no testados" que llevan ingredientes de origen animal. Con lo cual están consumiendo directamente explotación animal.

En definitiva, no hemos avanzado con la aprobación de esta ley. Seguimos explotando a los demás animales a través de los ingredientes que consumimos, aunque supuestamente sean productos "no testados". Esto es lo que ocurre por apoyar campañas que no están basadas en el veganismo.

Lo que ha sucedido no es más que otro episodio sucesivo de la colaboración entre los explotadores de animales y los explotadores de la explotación —los animalistas que crean un negocio para lucrarse con la excusa de que defienden a los animales. El movimiento animalista en su mayoría forma parte de la propia explotación animal. Son colaboradores de la explotación animal; no adversarios. Eso vale para casi todas las organizaciones animalistas, las cuales promueven una esclavitud más "humanitaria".

Pocas veces un fraude ha sido tan manifiesto como éste. Únicamente la falta de interés o la falta de criterio, puede lleva a alguien a apoyar este tipo de iniciativas, si realmente lo que pretende es abolir la explotación animal. Pero si su objetivo real es otro, eso también explicaría que apoye este tipo de campañas especistas y leyes fraudulentas.

No se trata de apoyar algo que sea "mejor"que la situación actual. Tal vez es "mejor" dar un solo latigazo a un esclavo que darle cien latigazos. Pero eso no quiere decir que esté bien agredirle o esclavizarle. Lo importante no es hacer algo "mejor". Lo importante es hacer lo que es correcto.

Los animales van a seguir siendo esclavizados en experimentos y para otros muchos propósitos. Esta prohibición es meramente cosmética. Las empresas podrán seguir experimentando con no-humanos alegando razones de salubridad o hacer sus experimentos en otros países fuera de la Unión Europea.

Supongamos que todo este tiempo, dinero y energía que se ha gastado en intentar prohibir los experimentos con cosméticos se hubiera empleado en difundir el veganismo: probablemente habría muchos más veganos y, en consecuencia, muchas menos víctimas de la explotación animal. Si nos tomamos en serio a los demás animales y sus intereses, entonces dejaremos de explotarlos, de utilizarlos, sin importar las condiciones o la finalidad de dicha explotación.

Recapitulando, éstas son algunas de las consecuencias de lo que ha ocurrido:

[1] Las empresas van a poder seguir experimentando sus productos de aseo y cosmética fuera de las fronteras de la Unión Europea. Unas fronteras que puede que en el futuro sean cada vez más pequeñas si la actual crisis económica y política continúa empeorando.

[2] Ahora la gente aumentará el consumo de productos "no testados" pero que llevan ingredientes de origen animal. Nadie se preocupa por los ingredientes —exceptuando los veganos— como si esos ingredientes no provinieran también de la explotación animal.

[3] Este tipo de campañas y prohibiciones, además de ser inútiles, no cuestionan el especismo, y no implican ninguna abolición del uso de animales. Al contrario, refuerzan la idea de que está bien utilizar a los demás animales siempre que al hacerlo se evite causarles sufrimiento "innecesario".

Esto sucede por nuestra falta de criterio a la hora de entender y afrontar el problema esencial en nuestra actual relación con los demás animales.

Mi cuestión a los activistas sería: si sabemos que el veganismo es lo justo, entonces ¿por qué no somos coherentes y aplicamos también el principio del veganismo a nuestra forma de hacer activismo y de ayudar a los demás animales en lugar de apoyar campañas y actividades que están apoyando y reforzando la actual situación?

16 de marzo de 2013

"¿Cómo dices tú... !No mates a mi bebé!?"




Cada año millones de madres son forzadas a soportar la peor de las pérdidas.

Todas las vacas utilizadas por su leche son separadas de sus bebés al poco tiempo de haber nacido.




Algunas tratan de luchar contra los atacantes, algunas tratan de proteger a sus bebés con sus propios cuerpos, algunas persiguen frenéticamente el transporte. Algunas lloran lastimosamente, otras se retiran en silencios a desolación. Algunas salen confiadamente con sus cuidadores, sólo para volver a una caseta vacía.

Todas ellas suplican por sus bebés en un lenguaje que no requiere traducción. Ellas braman, ellas lloran, ellas gimen. Muchas siguen llamando día tras día, noche tras noche. Algunas dejan de comer y beber. Buscan fervientemente. Muchas se niegan a darse por vencidas y volverán al lugar vacío una y otra vez. Otras se retiran en silenciosa aflicción.

Todas ellas recuerdan su último aliento, la cara, el aroma, la voz, el caminar de cada bebé que llevaron dentro durante nueve meses, que arrullaron, que dieron a luz con dificultad, bañaron, amaron, y nunca llegaron a conocer, cuidar, proteger y ver vivir.




Después de repetidos ciclos de embarazos forzados, partos dolorosos, ordeña incesante, devastadoras pérdidas, sus espíritus ceden, sus cuerpos se marchitan, su leche se seca.

A la edad en que, en la naturaleza, una vaca estaría ya entrando en la etapa adulta, la vida de una vaca “lechera” se acaba. Cuando su producción de leche disminuye, ella y sus otras compañeras “gastadas” son llevadas en camiones hacia la matanza.




La leche proviene de una madre en duelo.


Los consumidores de lácteos apoyan estas prácticas con sus compras. 

Pero solo tú puedes detenerlo.

Hazte vegano hoy.
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Texto original de Peaceful Prairie
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12 de marzo de 2013

Ética basada en la razón


«En síntesis, lo que requerimos es una ética universalmente válida para toda la humanidad; pero esto no significa que necesitemos una ética que prescribiera un estilo uniforme del bien vivir para todo individuo o para todas las diferentes formas socioculturales de vida. Por el contrario, podemos aceptar e incluso obligarnos a proteger la pluralidad de formas individuales de vida, siempre y cuando quede garantizado que una ética universalmente válida de derechos iguales e igual corresponsabilidad para la solución de los problemas comunes de la humanidad, sea respetada en cada forma particular de vida.» ~ Kart-Otto Apel 

¿Es la ética una entidad racional, objetiva y universal, o es meramente subjetiva, o relativa a cada persona o cultura, o simplemente debe consistir en imitar lo que vemos en la naturaleza? 

Tal y como puede apreciarse a menudo en debates sobre esta cuestión, muchas personas realmente  creen que no puede existir una ética basada en la razón, universal y objetiva, válida para todos y en todo momento, y que las cuestiones morales se reducen en última instancia a sentimientos o gustos personales, o a lo que convengamos en sociedad, o que debemos intentar imitar a lo que ocurre en la naturaleza, o simplemente perpetuar la tradición.


Pero todos los enfoques que rechazan la razón devienen profundamente problemáticos por varias razones.


Primero; si no hubiera criterios morales objetivos entonces no tendría sentido que habláramos de progreso moral ni que juzgáramos las acciones de otros. No podríamos juzgar una diferencia entre la violación y el sexo consentido. Sería como juzgar que el sabor dulce es bueno y el sabor salado es malo. ¿Por qué se supone que es algo bueno el hecho de empatizar con otros individuos y respetarlos como personas? ¿Por qué es algo malo tratarlos de forma que jamás querríamos nosotros ser tratados? Sólo hay dos opciones: o todo se basa en meras preferencias subjetivas o hay principios universales a partir de los cuales podemos deducir lo que está bien y mal. La primera opción hace desaparecer el propio concepto de moral.


Segundo; es muy frecuente que se confunda lo que es la moral con lo que algunos creen que es la moral. Que algunas personas crean que algo está bien o mal no significa que sea así necesariamente. Esto hay que demostrarlo con razonamientos, con la lógica, y no simplemente afirmarlo. Al igual que cualquier otro juicio o razonamiento.


A menudo confundimos la moral con el código de conducta que se impone en una cultura. No son lo mismo. La moral no se fundamenta en los códigos deontológicos de la sociedad. La moral se basa puramente en la razón. Es por esto que a pesar de que nuestra cultura considera que los demás animales son inferiores y está bien explotarlos; nosotros hemos podido razonar que eso es falso. Si la moral fuera lo mismo que el código social entonces jamás habríamos avanzado nada en cuestiones como el racismo, el sexismo o la homofobia. Este cambio sólo se explica apelando a un sentido moral que es subyacente a nuestra naturaleza y no depende del contexto.


Si la moral fuera relativa, o fuera convencional, o consistiera en imitar la conducta que otros animales practican en la naturaleza, entonces no podríamos establecer que, por ejemplo, violar mujeres es inmoral, es algo que está mal siempre y no debemos hacerlo. Tendríamos que decir que a lo mejor es inmoral para nosotros pero quizás para otros no lo es; así que tendríamos que respetar el hecho de que otros violen mujeres si no lo consideran algo inmoral.


Lo mismo podríamos decir del asesinato, la tortura o la esclavitud ¿Estamos dispuestos a aceptar esta conclusión? Me parece obvio que no. Porque en realidad nadie acepta que lo que está bien y mal se base en caprichos personales, o meramente en lo que la sociedad establezca en un código moral o legal, ni tampoco en imitar lo que suceda en la naturaleza.


La ética no es lo que la sociedad establece, ni tampoco es equivalente a los deseos personales, ni consiste en imitar lo que ocurre en la naturaleza ¿Entonces qué debe ser la ética? La ética es actuar de acuerdo con la razón. Por razón entendamos básicamente la forma de pensamiento que se ajusta a los principios básicos de la lógica y los hechos empíricos comprobados. Si un razonamiento correcto se basa en ajustarse a la lógica y los hechos ¿por qué el razonamiento moral debería ser diferente al respecto?


El razonamiento ético también puede ser objeto de valoración con respecto a su calidad. Un buen razonamiento ha de ser válido y tanto los argumentos que lo apoyan como las conclusiones a las que se llega deberían ser sostenibles y relevantes. Los argumentos sostenibles son aquellos que están relacionados con el tema, es decir, con los hechos del caso y con las normas o valores a los que están adscritos. Dichos argumentos son llamados relevantes y tienen algo que añadir a la autoridad de un juicio que establece que cierta conducta es correcta desde el punto de vista moral. Así lo expone el filósofo Shelly Kagan:

«Si ahora pasamos a la pregunta ¿qué se necesita —más allá de la racionalidad— para que la maldad ingrese al mundo?, pienso que la respuesta bien podría ser que, simplemente, cuando alcanzamos un cierto nivel de racionalidad, nada más es necesario.

La razón por la cual es objetivamente malo que yo practique el homicidio es precisamente porque existe una razón para que no lo haga, una razón que soy capaz de reconocer. Y si usted pregunta ¿qué más se necesita? la respuesta es, esos son los ingredientes básicos, podemos refinarlos un poco si lo desea, pero en esencia, eso es todo.»

Si la ética no se fundamentara en la razón, entonces todo se reduciría a gustos, caprichos e intereses particulares. Pero así ya no habría ética. Por tanto, la ética no puede ser subjetiva, relativa o simple imitación. Si la ética fuera subjetiva entonces la violación sexual no sería algo malo en sí, sino que eso dependería de que lo que nosotros opináramos subjetivamente sobre ella o de lo que dijeran las normas acordadas. Pero la violación sexual es algo que está siempre mal y está mal en sí mismo, independientemente de lo que nosotros pensamos sobre ello.

La violación sexual está mal porque implica hacer a otro individuo algo que no deseamos para nosotros mismos —atenta contra la igualdad— y porque implica causar un daño que no podemos justificar moralmente sino que lo hacemos únicamente para nuestro beneficio: es una violación de derechos individuales. Y esto vale no sólo para la violación sino para cualquier acto que afecte a los intereses básicos de un individuo.


Me temo que a menudo confundimos lo que es la moral en sí con las diferentes ideas acerca de lo que se considera la moral. Del mismo modo, no es lo mismo lo que algo sea en sí mismo que la creencia acerca de lo que ese algo sea. Asimismo hay una confusión entre lo que es la ética y la moral con lo que es simplemente el código de conducta que prescribe una religión el cual nada tiene que ver con la ética ni con la moral.


Incluso, aunque existiera un dios, él tampoco estaría legitimado en decidir lo que está objetivamente bien y mal. Si así fuera, ya no sería moral sino mero capricho sujeto a la voluntad personal. Un dios no puede ser fundador ni garante de una moral objetiva y universal. Y postular que deberíamos igualmente someternos a la voluntad divina es apelar a la falacia ad baculum, es decir, a la idea de que la posesión de poder es lo que otorga la legitimidad y la razón.


Ciertamente, algunos pueden pensar que algo está bien o mal solamente porque lo dice un libro o una persona, que es considerado la autoridad máxima en su cultura. Pero esto no tiene nada que ver con la ética desde un punto de vista racional.


No confundamos lo que es la ética con lo que es simplemente un código de conducta, ya sea social, legal o religioso. Creer que el código de conducta de una religión es ética es como creer que los hechizos de la brujería son ciencia. Puede ser correcto desde el punto de vista de su mentalidad pero no desde el punto de vista de la ética racional. Alguien puede creer que es científica la idea de que el sol gira alrededor de la tierra, pero esa persona estaría igualmente equivocada, desde el punto de vista científico, en base a los hechos.


El que algo sea aceptado por la sociedad no quiere decir que esté moralmente bien; sólo quiere decir que está socialmente aceptado. Lo moral y lo social no son obviamente lo mismo. Una sociedad puede creer y afirmar que algo está bien, pero no no implica que esté moralmente bien.


Por ejemplo, algunas culturas consideran que los humanos son criaturas que surgieron a partir de ser moldeados en barro por unos dioses que les dieron la vida. Sin embargo esa creencia es completamente falsa y se opone a la razón, a las evidencias de la evolución. Lo mismo ocurre con el concepto acerca de lo que es la moral.


Sin duda, nuestra conducta está condicionada por la sociedad en la que vivimos y la educación que recibimos. Ahora vivimos en una sociedad que considera que utilizar a otros animales para nuestro beneficio es algo que está bien. Igual que en otras épocas, y en otros lugares actualmente, se ha considerado que la mujer debía estar sometida al varón y que éste estaba legitimado en hacer con ella lo que le quiera. Sin embargo, se trata de creencias y conductas moralmente equivocadas, incluso aunque la mayoría de la sociedad no lo considerara así.


El razonamiento nos muestra que existen parámetros objetivos para las normas morales; y que esos parámetros no deben ser aplicados de manera exclusiva a seres humanos, porque otros animales también poseen su voluntad e intereses propios, y desean evitar la muerte, el sufrimiento, y que no les hagan daño.


Los conceptos morales no son meras abstracciones. Hay conceptos abstractos que no son abstracciones. Por ejemplo, un triángulo es un concepto abstracto que no se obtiene a partir de hacer abstracción de la experiencia empírica, sino que se conoce directamente mediante el razonamiento formal, esto es, la geometría. Lo mismo se aplica a conceptos morales como la igualdad. Los individuos que somos agentes morales conocemos la ética mediante el razonamiento moral. A partir de las evidencias de las que disponemos y aplicando la lógica.


La moral es objetiva y está basada en la razón, en las evidencias y en la lógica. Igual que la ciencia o cualquier otra actividad racional. Por tanto, la ética es objetiva. La ética está basada en la lógica y se aplica a hechos empíricos. Y los hechos y la lógica son objetivos.


Apelar a la razón es razonar según criterios objetivos, como la lógica. Pero apelar a lo que dicen las leyes o a la mera subjetividad no es apelar a la razón. Decir que algo puede causar daño a alguien no conlleva ninguna regla universal. ¿Cómo podría ser una regla universal algo que es puramente subjetivo? Para establecer una regla universal habrá que fundamentarse en los principios de la lógica que son los únicos criterios objetivos que tenemos a nuestra disposición, aparte de la evidencias empíricas. Una ética racional tiene que ser objetiva y sólo a partir de normas objetivas se puede deducir que determinado daño sea incorrecto, pero el daño en sí mismo, o algo que causa daño, no puede ser moralmente reprobable por sí solo.

Cuando digo que moral es universal me refiero a que sus principios no dependen del contexto particular sino que son producto de la lógica. Y la lógica es universal. La lógica es la misma aquí que en Marte y en cualquier parte del universo. La lógica es la estructura esencial de la existencia y el conocimiento. Y forma parte de la capacidad de razonamiento de todos los individuos que pueden pensar, independientemente de su especie. Ni la razón ni la moral son exclusivas en la especie humana. Otros animales razonan y no son humanos. Y algunos de ellos incluso tienen cierto sentido moral básico en forma de empatía.


No existen las éticas particulares, igual que no existen los lenguajes particulares ni tampoco las ciencias particulares. La ética es un ámbito de conocimiento universal, igual que la lógica, en la cual se fundamenta, y la ciencia, de la cual obtiene verificación rigurosa de los hechos de la realidad.


Violar mujeres —o cualquier persona del sexo que sea— siempre es algo incorrecto, siempre ha sido algo incorrecto, y por eso siempre ha sido, y será, inmoral. Porque es vulnerar el respeto más elemental que toda persona merece.


Una persona, un ser sintiente, se caracteriza específicamente por tener voluntad e intereses propios. Por lo tanto, usarlo sin respetar su voluntad o sus intereses, supone tratarlo como si fuera un objeto inerte, una cosa, un mero recurso. Es vulnerar el principio de dentidad.


Y si podemos comprender, por ejemplo, que violar mujeres o abusar de niños es algo que está mal en sí —porque atenta contra su respeto— también podemos entender que explotar a los demás animales es algo que está radicalmente mal, exactamente por el mismo motivo.


A veces se apela a la racionalidad para justificar posturas discriminatorias alegando que lo racional consiste en hacer aquello que más nos beneficia a nosotros, o a nuestro grupo, a pesar de que eso implique dañar a otros individuos, pero esto es una perspectiva instrumentalista o pragmatista de la razón que ignora el aspecto intrínseco de la razón. Ser racional consiste en atenernos a la razón por sí misma, como contenido, y no sólo como instrumento para lograr nuestros objetivos.


Todos los seres dotados de sensación valoran su propia vida, aunque nadie más lo haga. Son seres conscientes de sí mismos y de lo que les sucede. Es decir, ellos son sujetos, y no objetos. Eso significa que poseen un valor inherente, que es inherente a su propia condición de sujeto y que no puede ser vulnerado por razones instrumentales.


Los seres conscientes no solamente existen sino que saben que existen. Lo cual implica, en virtud del principio de identidad, que no debemos considerarlos como si sólo tuvieran un valor instrumental. No debemos atentar contra sus intereses, ni utilizarlos sin su consentimiento o en contra de su voluntad, para satisfacer nuestras necesidades y deseos. No importa los beneficios que podamos obtener al hacerlo.


Los beneficios no justifican moralmente nuestros actos. Si fuera así volveríamos de nuevo a tener que aceptar que violar mujeres estaría bien, si obtenemos un beneficio al hacerlo.


Todos los progresos morales que se han conseguido a lo largo de la historia se basan en aceptar la lógica de la igualdad y el respeto por la persona y sus derechos. Mientras no superemos el prejuicio del especismo y aceptemos el criterio de la razón para la ética no haremos ningún progreso moral en nuestra relación con los demás animales.


En definitiva, no es racional discriminar a otros animales de la comunidad moral y tratarlos como seres que sólo tienen valor instrumental en beneficio de los humanos. No es racional ignorar su valor moral intrínseco como seres sintientes que son. Postular la supervivencia los humanos a costa de la libertad y las vidas de otros animales es idéntico a postular la supervivencia y bienestar de la raza blanca a costa de la libertad y la vida de otras razas. Es el mismo criterio de exclusión que se basa en características moralmente irrelevantes.


Todos los animales que tenemos capacidad de sentir somos seres conscientes y poseemos los mismos intereses básicos: deseamos proteger nuestra vida y disfrutar de ella libremente, y evitar lo que nos daña. La razón nos obliga, por pura lógica, a respetar esos intereses básicos con la misma consideración, puesto que son esencialmente los mismos intereses. Si este razonamiento es correcto entonces cualquier otra postura, basada en discriminar a los individuos por raza, sexo o especie, sería irracional y contraria a la ética.

9 de marzo de 2013

Ciencia y especismo: la necesidad no genera legitimad moral


«Que una acción sea 'necesaria' para conseguir un objetivo, incluso un objetivo muy valioso, no implica en sí mismo que sea permisible.» — Nathan Nobis


Introducción

En este análisis, dividido en varias partes, pretendo exponer una concisa refutación de uno de los principales argumentos que se suelen utilizar para intentar justificar el uso de animales nohumanos para fines científicos y, por extensión, a cualquier uso de nohumanos que hagamos para nuestros fines.

En todas las argumentaciones que pretenden defender el uso de animales no humanos en experimentos científicos en general siempre se alega la misma razón principal: se dice que es necesario hacerlo; es necesario utilizar a los animales nohumanos para progresar en ciencia, medicina y otros campos. 

Lo que aquí pretendo plantear si ese argumento justifica moralmente que usemos a los demás animales. No sólo en investigación científica sino en cualquier otro ámbito o para cualquier otro propósito. Lo tomo como ejemplo representativo pero vale igualmente para cualquier contexto.

Algunas aclaraciones

Recalquemos en primer lugar que estar a favor de los Derechos Animales no significa en ningún caso estar en contra de la experimentación médica o científica, ni en contra del progreso de la ciencia ni de la medicina. A pesar de que muchas veces se intenta presentar como una postura contraria a la propia ciencia, cuando en ningún caso es así.

No estamos en contra de la experimentación científica o médica. La oposición es solamente en contra de usar a otros individuos sin su consentimiento, en contra de su voluntad, y a costa de violar sus intereses.

Así que es una falsedad manifiesta decir que estar en contra del uso de nohumanos es lo mismo que estar en contra de la ciencia. Del mismo modo que estar en contra de utilizar a seres humanos sin su consentimiento explícito e informado no significa obviamente estar en contra de la ciencia y su progreso.

La necesidad no genera legitimidad moral

El postulado de que es necesario usar animales en investigación es ya de por sí una cuestión bastante discutible a varios niveles.

Por ejemplo, hoy en día ya no es necesario, como ocurría en el pasado, utilizar a otros animales para fabricar insulina. Del mismo modo, es imposible saber si realmente es necesario utilizarlos para otros fines sin haber probado antes nuevas líneas de investigación.

En cualquier caso, si realmente fuera necesario usar animales no humanos para beneficiar a los humanos, entonces ¿por qué no se utiliza del mismo modo también a otros humanos? ¿Por qué no hacer con seres humanos lo mismo que hacemos con otros animales —enfermarlos a propósito, inocularles sustancias tóxicas, amputarles miembros— sin tener en cuenta su voluntad ni su consentimiento, para así beneficiar a otros humanos? De hecho, este tipo de investigación científica con seres humanos es algo que ha sucedido en numerosas ocasiones.

La razón por la que no hacemos eso con seres humanos es que la necesidad no justifica moralmente ninguna acción. Podría ser necesario para el avance de la ciencia y la medicina, y el bienestar humano general, el usar a seres humanos del mismo modo que usamos a los demás animales, pero esa necesidad no justifica moralmente hacerlo. Igual que si yo necesitara un órgano para sobrevivir y sólo lo pudiera conseguirlo asesinando a alguien para quitárselo no estaría bien que lo hiciera, por mucho que lo necesitara. ¿O sí creemos que sería correcto actuar de esa manera?

Ciertamente el área de investigación científica en general es el único ámbito —a diferencia de otros como la alimentación o la vestimenta— en donde quizás se puede pretender con un mínimo de seriedad que actualmente exista alguna necesidad relevante de usar a otros animales. De todos modos, la necesidad por sí misma no puede justificar moralmente ninguna acción. De hecho, si atendemos meramente al criterio de necesidad entonces podríamos también justificar el uso forzado de unos seres humanos para beneficiar a otros. Toda clase de crímenes se han cometido apelando a una supuesta necesidad.

Si yo necesitara un trasplante de órganos para poder seguir viviendo y no pudiera conseguirlo mediante una donación ¿justificaría esto que utilizara a otros humanos sin su consentimiento para quitarles sus órganos? Obviamente no. ¿Entonces por qué va ser diferente cuando se trata de otros animales? ¿Por qué no consideramos los intereses de otros animales en la misma forma? Ésta es la cuestión central del asunto.

En definitiva, la necesidad nada tiene que ver con la ética, ni es un criterio que pueda aclarar si algo está moralmente bien o mal. Yo puedo necesitar urgentemente un órgano para poder seguir viviendo, pero esa necesidad no me legitima en usar sin su consentimiento a otras personas para mi beneficio y quitarles sus órganos a costa de su salud y su vida. La necesidad nunca justifica moralmente ninguna acción.

Si la necesidad fuera un criterio aceptable también se podría considerar necesario utilizar libremente a otros seres humanos —sin su consentimiento, y a costa de su vida y su salud— para avanzar en el conocimiento médico y científico.

La ética no se refiere a la necesidad sino a la dignidad, es decir, al valor intrínseco de cada persona que debe ser respetado. El respeto moral implica no utilizar a nadie sin su consentimiento, no usarlo como si fuera un objeto o un simple recurso. Pero precisamente esto es lo que hacemos con los demás animales cada día, ignorando su voluntad y sus intereses propios. Los tratamos como nuestras propiedades, como nuestros esclavos, los relegamos a la categoría de objetos, a pesar de que ellos no son objetos; son individuos que sienten, sufren y desean vivir y que no les hagan daño.

El especismo no se basa en ninguna justificación racional

Algunas posturas especistas dicen que los humanos tenemos derechos porque nuestras leyes lo reconocen así. Pero ¿y si las leyes no lo reconocieran? Las leyes pueden diferir muchísimo de un país a otro y de una época a otra.

Lo mismo se podría señalar respecto de la opinión de la gente. ¿Tenemos derechos sólo porque la gente así lo cree? Entonces sí la gente cree que un dios existe eso significa que efectivamente dios existe ¿no? Pues no. Tal afirmación incurre en la recurrente falacia ad populum —que afirma que algo es verdad simplemente porque mucha gente así lo cree. Y los razonamientos morales no están exentos de respetar la lógica igual que cualquier otro razonamiento.

De hecho, la base del método científico puede emplearse también para cuestiones morales. No existe otra manera racional de enfocar el asunto. Aunque cuando digo "método científico" me refiero en su versión básica de atenerse a las evidencias y los principios básicos de la lógica. Cuando echamos a un lado este método racional, entonces ya sólo nos queda basarnos en meras creencias, prejuicios e intereses particulares. Precisamente esto es lo que diferencia a la ciencia de la pseudociencia o de la mala ciencia. Y es lo que también debería diferenciar a la ética racional de la pseudoética y de la mala ética.

¿Por qué las personas tenemos derechos, más allá de lo que la gente piense o lo de que las leyes digan? Considero que las personas tenemos derechos precisamente por el hecho de ser personas.

Ahora bien, la cuestión es que no solamente los humanos somos personas, ni tampoco somos personas por el hecho de ser humanos —porque entonces los embriones o los cadáveres humanos serían personas. Cualquier individuo que tenga capacidad de sentir, es decir, que experimente sensaciones y tenga intereses y voluntad propia, es una persona. Lo que diferencia a una persona de una cosa [un objeto inerte o un vegetal] es precisamente la facultad de sentir.

La razón por la que no es aceptable experimentar con seres humanos sin su consentimiento es porque los seres humanos, al igual que los demás animales, no son cosas sino personas, es decir seres con capacidad de sentir y consciencia de sí mismos, y esto significa que tienen un interés fundamental en conservar su vida y que no ser dañados. Del mismo modo, otros animales tienen igualmente la capacidad de sentir, y el interés en conservar su propia vida y que no les hagan daño. Es por esto que la misma razón que justifica respetar a los seres humanos —tratarlos como personas, no como propiedades o recursos— vale también para los demás animales.

La explotación sobre otros animales sólo se puede defender apelando a que nos beneficia. Pero entonces ¿también está bien explotar a otros humanos si eso nos beneficia?

La ética racional se basa en la consideración de los intereses de todos los implicados o afectados por una acción. La ética racional sigue criterios fundamentados en la lógica, en hechos empíricamente demostrables y que sean moralmente relevantes; no en los prejuicios y la irracionalidad. Y es un prejuicio creer que solamente los humanos merecen consideración moral, y ser tratados como personas y no como meros medios para lograr algún fin. Esta discriminación especista es algo que no puede defenderse racionalmente, y por tanto es un creencia irracional.

El problema de fondo reside en creer que el respeto por los demás animales debe estar supeditado a la necesidad que nosotros tengamos de satisfacer nuestros intereses. Pero la ética implica todo lo contrario: vivir nuestra vida dentro del respeto por las vidas de las demás personas. Así es generalmente como actuamos —o como deberíamos actuar— cuando se refiere a seres humanos. Y no existe ninguna razón válida que nos justifique excluir a los demás animales dentro del mismo ámbito de consideración moral.

La supuesta necesidad ni siquiera es relevante

No voy a entrar a debatir sobre si la experimentación con otros animales es en verdad necesaria para la ciencia y la medicina. Éste es no el lugar apropiado para ello. Sólo quisiera señalar que hay muchos científicos y médicos que al menos cuestionan seriamente su utilidad. Aun así, se afirma que ese tipo de experimentación es necesaria, pero nunca queda claro por qué motivo. Aunque a menudo se dice que no podemos arriesgarnos a probar la misma sustancia en humanos existiendo la posibilidad de que murieran a causa de ello. Y yo me pregunto si esa reticencia por parte de quienes se dedican a la investigación se debe a una sincera preocupación y respeto por las vidas de los seres humanos o más bien al miedo a ser demandados judicialmente o castigados.

A pesar de todo, nadie razonable sostiene que los investigadores que utilizan a los animales no humanos lo hacen meramente por gusto o por placer. Si lo hacen es porque están convencidos que las vidas de los seres humanos tiene mayor valor que la de los demás animales. Pero esa creencia no es moralmente aceptable. Como tampoco lo es creer que las vidas de los blancos valen más que la de los negros o que la vida de los varones valen más que las de las mujeres. Las vidas de todos aquellos seres que tienen capacidad de sentir poseen igual valor moral, puesto que todos son individuos que tienen un interés fundamental en conservar su propia vida y en no ser dañados. Ellos no se limitan a vivir sino que valoran su vida, su existencia, por eso tienen un valor intrínseco en sí mismos.

Cuando los defensores del especismo afirman que, a pesar de todo, un investigador que experimenta con animales no humanos se preocupa por el 'bienestar' de estos animales que utiliza; los motivos al respecto aclaran que ese interés es meramente utilitario. Es decir, le interesa fomentar el bienestar de los animales esclavizados pero no porque esté preocupado por el individuo mismo sobre el que está experimentando, sino solamente porque le conviene que le dure más tiempo sin morirse o sin degradarse demasiado su salud. Esto es lo mismo que decir que tenemos un interés por el "bienestar" de nuestro coche, o nuestra casa, porque procuramos que no se estropeen durante el mayor tiempo posible.

Como ya señalé anteriormente, el hecho de que supuestamente necesitáramos usar a otros animales no lo justifica moralmente. Pero ¿en la realidad tenemos tal necesidad? En ciencia y medicina ya existen modelos informáticos e investigación con células madre, que demuestran que prescindir de utilizar a otros animales no supone prescindir del avance científico. Y si viviéramos en un mundo donde se respetara los derechos de los demás animales existiría una mayor presión e inversión para innovar con nuevas técnicas y terapias que no necesiten del uso de animales no humanos.

Lo cierto es que la investigación científica puede funcionar y progresar sin tener que usar a otros animales. Hay evidencias que lo demuestran.

El problema de fondo en realidad no es pues de tipo técnico, sino que tiene una causa moral. Es el prejuicio del especismo el que motiva a que los no-humanos sigan siendo utilizados. Aquí es donde radica la verdadera causa. Al igual que sucede en la alimentación y demás ámbitos.

Aparte de esto, aunque fuera cierto que necesitáramos experimentar con animales no humanos —un dato que sin embargo no lo haría algo moralmente aceptable— lo que sí es de hecho una verdad comprobada es que no necesitamos utilizar animales para alimentarnos, para vestirnos, ni para entretenernos.

Teniendo esto en cuenta, y siguiendo aquel criterio de necesidad, lo coherente sería que no comiéramos animales, ni nos vistiéramos con trozos de sus cuerpos, ni que tampoco asistiéramos a eventos donde se les utilice como entretenimiento.

No es aceptable el criterio de necesidad como moralmente válido, pero incluso quien lo aceptara como tal no tendrá justificación basada en la necesidad para comer animales ni vestirse con trozos de ellos. Y si se dedica a la ciencia, en el ámbito de la experimentación, creo que lo coherente sería centrar todos sus esfuerzos, si es que verdaderamente le preocupan los demás animales, en desarrollar alternativas que eviten la supuesta necesidad de utilizar animales no humanos.

Por cierto, también es habitual alegar que nuestra esperanza de vida ha aumentado considerablemente debido a la experimentación con animales no humanos. Ignorando por completo otros factores relevantes [higiene, transporte, agricultura, nutrición,...] que han influido decisivamente en ese aspecto. Esto demuestra un sesgo parcial en los argumentos en favor de la explotación animal.

Si eventualmente no hubiera opciones a los experimentos en animales no humanos seguiría siendo injustificable experimentar con ellos, pero ocurre que sí hay opciones que no implican utilizar a animales, y una parte del enorme gasto económico que cuesta anualmente la experimentación en animales se podría utilizar en buscar y desarrollar las opciones que no utilizan a otros animales.

Por tanto, está por demostrar objetivamente que los experimentos con animales no humanos sean algo necesario, ya que no tenemos otro mundo sin experimentación para comparar si habríamos avanzado más o menos sin experimentar en los demás animales.

La ética de Derechos Animales

Es importante resaltar que la ética de Derechos Animales no denuncia la experimentación con animales no humanos —o cualquier otro uso que hagamos de ellos— porque cause sufrimiento a los animales.

La ética de Derechos Animales se opone a que usemos a otros animales para nuestros fines independientemente del propósito y de la manera en que se haga. La razón para ello es exactamente la misma que se puede alegar para el caso de utilizar a otros seres humanos: nunca es justo utilizar a alguien sin su consentimiento para nuestro propio beneficio; más aún cuando esa utilización les causa algún tipo de daño o perjuicio. Como los demás animales no pueden darnos su consentimiento, explícito e informado, para que les utilicemos, entonces no es ético utilizarlos para nuestros propósitos.

Señalo ese importante punto debido a que otro error habitual de los argumentos especistas está el hecho de tomar una parte por el todo. Se basan en lo que algunos determinados activistas o colectivos animalistas hayan dicho sobre el tema de la experimentación con animales no humanos —por ejemplo, denunciar las condiciones en que se realiza la explotación— para luego atribuir sus argumentos en general a todo el movimiento en favor de los derechos de los animales. Eso es una clara falacia, porque la postura de Derechos Animales no se centra en las condiciones de la explotación, ni en la crueldad de las prácticas o la crueldad los explotadores, ni en el hecho de que existan alternativas al uso de animales no humanos.

Conviene no confundir la postura utilitarista con la ética de Derechos. Dentro del ámbito animalista hay una gran preponderancia de partidarios del utilitarismo, pero la postura ética de los derechos nada tiene que ver con el utilitarismo.

El argumento central de la ética de Derechos Animales es que los demás animales merecen el mismo respeto básico que deseamos para nosotros y no está justificado discriminarlos por el hecho de no pertenecer a nuestra especie.

Discriminar a otros individuos por no ser humanos —ignorando que todos igualmente sentimos y tenemos intereses propios— es igual que discriminarlos por no ser blancos o por no ser varones. He ahí el error en el que se basa el especismo y que lo equipara a otros prejuicios como el racismo y el sexismo.

La cuestión es que nosotros nunca querríamos que nos utilizaran en un experimento en contra de nuestra voluntad y a costa de nuestra salud. Los demás animales tienen el mismo interés que nosotros en continuar viviendo y evitar que les hagan daño. Así que discriminarlos del mismo respeto básico que deseamos para nosotros es injusto e inaceptable. Esto es especismo.

Nuestra coherencia personal

Es importante aclarar un punto que a menudo surge en este debate: no tiene relevancia moral lo que hagamos o dejemos de hacer a nivel personal para demostrar si algo está bien o mal.

Una persona puede razonar perfectamente que, por ejemplo, el asesinato o la violación sexual son actos inmorales, y para ello presentar los hechos y los argumentos apropiados. Si ese alguien luego practica aquello que demuestra que está mal entonces se trataría sin duda un problema de coherencia, pero que no afectaría a la validez de los argumentos expuestos.

Por supuesto no digo que ése sea mi caso o en general de los defensores de los Derechos Animales. Todo lo contrario. Sólo quiero dejar claro que lo haga cada uno en su vida personal es una cuestión aparte de la validez moral de nuestras ideas y razonamientos. Aunque lo que hacemos en nuestra vida personal obviamente tiene relevancia moral y debería estar supeditado a la ética.

Que en algún momento de nuestra vida no tomemos ahora un medicamento que en su momento fuera probado en algún animal no humano no va a cambiar nada; no van a probar en más individuos el medicamento si yo lo consumo ahora y no significa que yo acepte que lo hayan hecho. Han probado en animales no humanos hasta el agua que sale del grifo. Pero seamos justos y dejemos de utilizar a los demás animales de aquí en adelante. Otra cosa sería que el medicamento llevara ingredientes de origen animal, en ese caso sí deberíamos buscar alternativas.

Experimentando con seres humanos, sin su consentimiento, los nazis lograron grandes avances, por ejemplo en el campo de la genética. Sabiendo que el daño que se causó a las víctimas no se puede reparar, ¿deberíamos haber quemado esa información? No. Lo que tenemos que hacer es, a partir de ahora, no permitir nada parecido.

Conclusión

Una cosa está clara: no tenemos necesidad de usar a otros animales de comida, vestimenta o entretenimiento. Pero sin embargo lo seguimos haciendo. ¿Por qué? Porque en el fondo la supuesta necesidad no es la causa real de que utilicemos a otros animales.

La verdadera causa de que explotemos a otros animales reside en ese prejuicio especista que nos hace considerarnos «superiores» a los demás animales y con derecho a utilizarlos para satisfacer nuestros fines; en lugar de respetarlos como personas, como individuos que tienen un valor intrínseco por el hecho mismo de que pueden sentir, experimentar sensaciones, tener voluntad propia e intereses.

Esa característica —la sintiencia— es la única que debería importar para respetar a alguien, para respetarlo igual que deseamos nosotros ser respetados; y no el tamaño, el aspecto, ni la especie o la raza de la persona. Si los otros animales son seres conscientes deben ser tratados como tales —como sujetos y no como objetos— y no ser excluidos de nuestra consideración moral por el mero hecho de que no sean humanos.

Prescindir de utilizar a los demás animales como comida, y otros fines, es perfectamente realizable en la práctica. Somos millones de personas en el mundo que vivimos cada día de forma vegana. Es sólo cuestión de informarse y de querer hacerlo. Nada más que esto. No supone ningún tipo de sacrificio ni esfuerzo adicional. 

Ahora, la verdadera cuestión estriba precisamente en salir de esa falsa dicotomía especista del *o ellos o nosotros* que nos han inculcado desde la infancia basada en creer que somos superiores y que tenemos derecho a explotar a otros animales para nuestro beneficio.

Referencias:


*  Gary Francione; «The Use of Nonhuman Animals in Biomedical Research: Necessity and Justification»



3 de marzo de 2013

Un derecho absoluto




«Un derecho es absoluto cuando no puede ser desplazado en ninguna circunstancia de forma tal que nunca puede ser infringido justificadamente y debe ser satisfecho sin ninguna excepción.» ~

En el artículo titulado «Un derecho para todos» el profesor Gary Francione explica las razones por las que un movimiento de Derechos Animales debe enfocarse en defender un solo derecho: el derecho de los animales de no ser propiedad de los humanos. Esto implica que los humanos nunca debemos tratar a los animales como recursos. No debemos criarlos, comerciar con sus vidas ni en general utilizarlos para conseguir nuestros fines.

La filosofía de los Derechos Animales defiende que todos los seres sintientes —ya sean humanos o no humanos— poseen, al menos, un derecho absoluto: el derecho a no ser propiedad. Esto no significa que no puedan tener reconocidos otros derechos. Lo que quiere decir es que no pueden gozar de ningún derecho mientras no dejen de ser considerados objetos y se les reconozca en primer lugar como sujetos de derechos y dejen por tanto de estar sometidos a la esclavitud, es decir, a la condición de propiedad.

Los derechos de los que hablamos aquí no son derechos de tipo contractual; es decir, derechos convencionales nacidos del acuerdo libre y consentido entre individuos responsables. Los derechos a los que nos referimos aquí son derechos morales. Y esta clase de derechos no surgen del acuerdo voluntario sino que pertenecen al ámbito de la ética y se deducen a partir del razonamiento moral.

Los derechos morales son principios objetivos y por lo tanto no dependen de los gustos u opiniones. Además, los derechos morales son inherentes al individuo por el hecho de ser persona en tanto que la persona posee un valor intrínseco que no puede ser vulnerado por fines instrumentales.

La expresión de tener un derecho es una forma abreviada para referirnos a nuestra obligación como agentes morales de respetar determinados intereses de los individuos que no debemos vulnerar para satisfacer algún objetivo o deseo nuestro.

Reconocer a los seres sintientes como personas implica necesariamente que no debemos usarlos como un mero recurso para satisfacer nuestros fines, supeditando así sus intereses básicos a los nuestros. En esto consiste la esencia del estatus de propiedad cuando se aplica a los individuos. Cuando tratamos a individuos como nuestra propiedad estamos ejerciendo la esclavitud.

Es claro que la ética de Derechos Animales puede reconocer varios derechos diferentes a los individuos, y no solamente un único derecho. Sin embargo, no todos esos derechos son absolutos.

El derecho a no ser propiedad sí sería un derecho absoluto, pues debe ser respetado de manera absoluta, es decir, debe ser respetado siempre, para todos los individuos sin distinción y en todas las situaciones. Es un derecho que debe ser respetado y protegido independientemente de las consecuencias.

Hay derechos que son básicos o fundamentales pero no absolutos. El derecho a la vida es un ejemplo de este tipo de derecho; así como el derecho a la integridad física o a la libertad de movimiento.

El derecho a la vida puede ser vulnerado en casos muy específicos y concretos en donde la eutanasia o la auto-defensa esté moralmente justificada.

El derecho a la integridad física puede ser obviado en parte cuando se trata de realizar una operación médica con el fin de salvaguardar la salud del propio individuo.

El derecho a la libertad de movimiento puede ser limitado en el caso de individuos tutelados o de agentes morales que han cometido un delito grave y suponen una evidente amenaza para otros.

En cambio, el derecho a no ser propiedad nunca puede ser violado de manera justificada, bajo ningún propósito ni circunstancia. Es un derecho absoluto que se deriva directamente del estatus de persona. Así señala Gary Francione que:

«En el caso de que el interés de los animales en no sufrir sea moralmente relevante, debemos aplicar el principio de igual consideración y extender a ellos el derecho básico de no ser tratado como una cosa, como nuestra propiedad.»

Una vez que reconocemos que los seres sintientes son personas, y por lo tanto no deben ser tratados nunca como propiedad o meros recursos, entonces podemos reconocer otros derechos que aunque no sean absolutos sí son derechos básicos o fundamentales. Estos derechos son básicos porque fundamentan la posibilidad de poseer y ejercer cualquier otro derecho.

Por ejemplo, el derecho a la vida es reconocido universalmente como un derecho básico o fundamental porque es condición necesaria gozar del derecho a la vida para disfrutar de cualquier otro derecho. Este derecho no se reconoce cuando se considera que podemos violar ese derecho para obtener un beneficio.

No es coherente decir que un movimiento está orientado a la defensa de los derechos animales —como autoproclaman muchos grupos animalistas— y la vez ignorar el derecho fundamental a la vida. Si negamos a los animales su derecho a vivir, convertimos en imposible el cumplir cualquier otro derecho.

Tanto en un sentido filosófico como empírico, todo lo que los animales realmente tienen es su vida. Si se la quitas, no les queda nada. Una vez destruidos, los animales ya no pueden pensar ni sentir ni correr ni jugar ni comer ni dormir ni ronronear ni ladrar ni querer ni ser queridos. Todo se acabó. Por eso, todos los animales deben tener reconocidos unos derechos básicos o fundamentales, comenzando por el derecho a la vida.

Ahora bien, mientras los animales no humanos sigan siendo considerados como propiedad de los seres humanos no podrán gozar de ningún tipo de derecho a nivel legal.

No se trata de una cuestión de amabilidad o compasión. Se trata de justicia básica.

Solamente los seres considerados personas pueden ser sujetos de derechos. Y en nuestra sociedad especista dicha condición de persona solamente se le reconoce a los humanos.

Por esa razón es tan importante concienciar sobre el prejuicio del especismo —que discrimina a los demás animales e impide que puedan tener derechos reconocidos— y por eso considero que Francione acierta al sugerir que debemos enfocar nuestro activismo en abolir el estatus de propiedad de los animales, que es consecuencia directa de la cosificación que nuestra cultura especista ejerce sobre los demás animales.

Este principio abolicionista es el fundamento del veganismo y de ahí la prioritaria importancia de difundir el veganismo mediante el activismo educacional.

En palabras del profesor Francione:

«El sistema legal nunca responderá de modo diferente a cuestiones relacionadas con animales a menos que y hasta que haya un cambio social significativo de manera que haya más gente que acepte la legitimidad de la abolición —el veganismo— en su vida cotidiana. Sólo entonces el sistema legal empezará a ser una herramienta útil para la lucha.»

El primer y necesario paso para lograr que los animales no humanos tengan derechos reconocidos y protegidos es el veganismo.

Bibliografía:

Alan Gewirth, 1982, Are there any absolute rights?

Priscilla Cohn, 1999, Una concepción inherentista de los animales

Gary Francione, 2020, Animales, ¿propiedad o personas?