29 de agosto de 2010

Liberaciones de visones; y otros animales.


GRANJAS DE ESCLAVOS


Una de las acciones más difundidas dentro del activismo favor de los animales ha sido su liberación directa de las jaulas y centros de internamiento en donde estaban confinados. En esta nota me gustaría comentar algunos aspectos morales y empíricos en los que se basan la justificación de dichas acciones.

Antes de nada me gustaría dejar claro que no me parece siquiera oportuno el hecho de considerar que estas acciones sean ilegales. La existencia de una cierta ley no es un argumento a favor de la moralidad de dicha ley. Las leyes deben supeditarse a la moral, y no al contrario.

A la hora de entrar a valorar la pertinencia de la liberaciones de animales que sufren la explotación animal, lo primero que se debería tratar es precisamente de la liberación de cualquier animal y no de una especie en concreto.

Por ejemplo, alguien que se centrara exclusivamente en justificar la liberación de visones estaría cayendo en el error de reforzar el especismo —aunque se denomine como "antiespecista"— precisamente porque ni siquiera menciona para nada a otros animales que también padecen la esclavitud, ni deja claro la naturaleza del problema en general. Los visones no tienen más derecho, ni menos, que otros animales a estar libres de la esclavitud y la explotación.

Voy a exponer una analogía que creo puede ayudar a comprender por qué liberar animales no está siempre justificado de por sí.

Imaginemos que algunos individuos llevan a cabo la iniciativa de liberar a leones encerrados en las jaulas de un circo, o de un zoo, y dejarlos completamente libres sin supervisión alguna.

Teniendo en cuenta que tanto visones como leones son carnívoros depredadores la diferencia en realidad es sólo de tamaño —del tamaño de los animales que son sus presas.

Sabiendo que es muy probable que en ambos casos ataquen y maten a otros individuos; quien los ha liberado es directamente responsable de la muerte de esos individuos.

La especie no es relevante para este argumento, porque el caso vale igualmente si la liberación fuera de seres humanos que por algún motivo se comporten con agresividad y tiendan a atacar y matar a otros individuos.

Quien crea que, dentro del contexto humano, está bien liberar visones a su libre albedrío pero no lo está el hacer lo mismo con otros animales carnívoros depredadores como tigres o leones entonces está cayendo en una discriminación especista.

Desde una perspectiva moral de Derechos Animales nadie se opone a la liberación de los visones u otros animales, en sí misma, siempre que eso no implique violar los derechos fundamentales de otras personas —humanas y no humanas. Las liberaciones se pueden acometer de una manera responsable, sin violar los derechos básicos de otros individuos, e incluso de forma educativa.

Otro tema aparte es si estas liberaciones sirven para lograr que los visones o los animales en general dejen de ser explotados por el hombre. No hay evidencias de que sea así y, de hecho, la esclavitud animal ha crecido cada año en número de víctimas por todo el mundo.

El número de animales salvados mediante rescates durante los últimos 50 años no llega ni siquiera al número de animales asesinados en los mataderos durante las últimas 24 horas; por no mencionar a todos los que son criados y esclavizados, cuyo numero sería de varios billones.

Mientras la sociedad humana siga siendo especista y considere legítimo el uso de otros animales, entonces el problema estará siempre muy lejos de solucionarse si no cambiamos  esta mentalidad que es la causa de la opresión contra los animales.

Quien desee la total liberación de los animales debería tratar de trabajar de una manera educativa para que los animales dejen de ser explotados por los seres humanos. Debemos evolucionar el paradigma moral de nuestra sociedad, a través del activismo educacional, hacia valores de igualdad, respeto y no-violencia, sin discriminación injusta por motivos de raza, sexo o especie.

Si alguien desea realmente liberar a los demás animales de nuestra violencia, considero que la opción correcta y realmente útil para lograrlo es el veganismo.

Aunque estos cálculos son díficiles de precisar, se dice que un vegano evita cada año que aproximadamente 95 animales sean agredidos y traídos al mundo para consumo humano —hay otros cálculos que amplían el número a entre 371 y 582 animales pero aquí usaremos la menor cifra estimada.

Supongamos que hubiera un millón de veganos en el mundo —aunque en realidad hay muchos más— por lo tanto en un año se salvarían, al menos, 95 millones de animales de ser agredidos y traídos al mundo para beneficio humano.

Si toda la sociedad se hiciera vegana entonces el número de animales que salvaríamos, que evitaríamos fueran explotados, sería de miles y miles de millones.

El veganismo es sin ninguna duda la liberación animal más grande de toda la historia y la única base para lograr una liberación total.

23 de agosto de 2010

Diferencias




Siempre he mantenido en este blog que todo uso de animales no humanos es moralmente incorrecto. Y que no hay diferencias en el motivo por el que son, todos ellos, una injusticia; tanto si es un uso para comer o para vestirnos o para divertirnos a costa de ellos. Hacerles a otros animales algo que nunca quisiéramos que nos hicieran a nosotros es siempre reprobable sin importar el propósito buscado.

Algunas personas me han señalado que ellas consideran que sí habría diferencias relevantes. Ellos afirman, por ejemplo, que es diferente el hecho de comer animales porque hemos sido educados en la creencia de que esto es necesario para poder vivir. En cambio, nadie sensato cree que para divertirse se necesite realmente torturar y matar animales.
 
Esa diferencia es importante, y creo necesario hablar de ella, pero no incumbe concretamente a los intereses de los animales que padecen la violencia. Ése es al nivel al que yo me refiero cuando afirmo que no existen diferencias esenciales.

Ellos sufren y mueren igual sin importarles si se les utiliza para comerlos o para cualquier otro propósito. A ese respecto no hay ninguna diferencia. Desde el punto de vista de la víctima no hay pues diferencia.

Por otro lado, desde un punto de vista puramente objetivo, es igual de innecesario comer animales que divertirse a costa de ellos causándoles daño, sufrimiento y muerte. Desde el punto de vista objetivo de los hechos tampoco hay diferencia.
 

Si la práctica de comer animales se puede catalogar de gastronomía entonces no podría haber ninguna objeción a denominar como arte a la tauromaquia. Tampoco hay diferencia en ese aspecto. Ambas actividades forman parte de la cultura actual.

Aquella diferencia que algunas personas me comentan, entiendo que se refiere a la mentalidad de quienes cometen esos actos de dominación y violencia contra los demás animales. Puede ser que la mayoría de la gente coma animales porque cree erróneamente que lo necesita para sobrevivir, y porque no son conscientes del daño y el sufrimiento en el que participan. Pero no es así en todos los casos. 

Hay muchos individuos que disponen de la misma información que nosotros y a pesar de eso deciden deliberadamente seguir comiendo animales porque consideran que el ser humano es superior y está legitimado en utilizar a los demás animales para su propio beneficio.

Con mayor agravio si cabe, hay animalistas que saben perfectamente  que los seres humanos podemos vivir de manera saludable con una dieta exclusivamente vegetal. A pesar de eso, ha decidido continuar imponiendo sufrimiento y muerte a los animales a través de su consumo alimenticio, sin que haya necesidad de ello. ¿Cómo puede ser que se consideren "defensores de los animales"?

En su libro titulado irónicamente «!Vivan los animales!» Jesús Mosterín intenta justificar que explotemos a otros animales para servirnos de alimento diciendo que: "la alimentación de unos animales a costa de otros es un rasgo de las cadenas tróficas de la naturaleza, que como tal no tiene nada de moral ni inmoral". Mosterín recurre a una burda falacia naturalista para excluir de nuestro consideración moral el hecho de que tratemos a otros animales de una forma que consideramos inaceptable si se tratara de nosotros mismos u otros seres humanos. Por lo que quizás a ese libro le correspondería mejor el título de "!Mueran los animales por nuestro capricho!.

Por otro lado, la idea de que los aficionados a la tauromaquia disfrutan con el sufrimiento de un animal puede ser cierto sólo en parte. Yo recuerdo haber visto por televisión imágenes de corridas de toros hace muchos años y no haber sentido nada especial aparte de cierta perplejidad. Eso fue mucho antes de empatizar con los intereses de los demás animales. La empatía y el reconocimiento moral es un proceso que puede surgir dentro la evolución personal y no siempre es algo que aparece de forma espontánea o instantánea.

Por tanto, podemos suponer que muchos aficionados a esas actividades no son realmente conscientes del sufrimiento de la víctima. No pretendo justificar su conducta sino simplemente constatar un hecho a partir de mi propia experiencia. Hay casos conocidos de ex-aficionados a la tauromaquia por tradición familiar que a partir de una experiencia concreta tomaron conciencia moral y se pusieron en el lugar de los animales. Antes no reconocían a la víctima como alguien que sufre sino como algo con lo que divertirse. 

Me gustaría señalar también que la tauromaquia no es únicamente una actividad que se haga meramente por diversión, como si se tratara de un simple juego. Es más que eso. Es una tradición festiva que simboliza el dominio del ser humano sobre el resto de animales. Es, en realidad, un ritual muy serio para quienes participan por él, por ridículo y absurdo que nos pueda parecer desde fuera. 

Del mismo modo, comer animales no se hace solamente por una supuesta necesidad sino también para participar en la supremacía humana sobre el resto de animales. Nuestra práctica de comer animales es también un ritual de violencia y dominación.

A pesar de todo, desde el punto de vista ético, ningún fin justifica moralmente un medio. No importa cual sea el fin. Los medios deben ser igual de justos que los fines. Hacer sufrir y matar a alguien para comerlo es igual de inmoral que hacerle sufrir y matarle para divertirte. 

Así que teniendo en cuenta en que comer animales no es necesario para vivir, la única justificación para hacerlo es el placer que se obtiene de ello. Luego podemos ver que no existe esa diferencia radical entre utilizar animales nohumanos para diversión o utilizarlos para comida.

En conclusión, podemos afirmar que quien sepa lo que ocurre en las granjas y en los mataderos, y aun siendo consciente de que los demás animales sienten y sufren como nosotros decida ignorar o rechazar el veganismo, entonces esa persona se comporta moralmente igual que aquellos que disfrutan torturando y matando animales indefensos con sus propias manos.

16 de agosto de 2010

Una reflexión sobre la libertad


«El sentido fundamental de la libertad es el estar libre de cadenas, libre de confinamiento, libre de esclavitud.» ~ Isaiah Berlin
Hablar de la libertad en abstracto puede ser un síntoma de confusión o de demagogia. La libertad es un concepto relacional. Este concepto no sentido si no especifica a qué tipo de libertad nos referimos. Existen dos categorías fundamentales de libertad: la libertad positiva y la libertad negativa. La libertad positiva es la libertad para poder hacer X, es decir, la posesión de la capacidad y los medios para lograr X. La libertad negativa es la libertad de no estar sometido a X, es decir, la ausencia de una situación concreta de coerción.

La libertad es una noción que se puede referir a varias cosas incompatibles entre sí. Esa misma palabra se puede ver expresada en diferentes doctrinas morales y políticas. Si no definimos lo que queremos decir con ese término no podremos entender a qué se refiere realmente.

Otra distinción fundamental del concepto de libertad está en diferencia entre la libertad empírica y la libertad moral.

La libertad empírica se refiere a la capacidad real de acción que un individuo posee para actuar sin estar físicamente limitado o coaccionado por otros. La libertad moral es un concepto que delimita el radio de acción que tenemos para actuar sin quebrantar un principio ético. Es decir; la libertad empírica señala hasta dónde llega físicamente nuestra capacidad de actuar y la libertad moral señala hasta dónde llega moralmente nuestra capacidad de actuar.

La teoría moral de los derechos morales —ya se trate de los Derechos Humanos o de los Derechos Animales— no reivindica la libertad por sí sola sino que precisamente pone límites y protege ciertos intereses frente a las posibles injerencia de otros.

Quienes quieren explotar a los animales reivindican la libertad para llevar a cabo sus actividades; mientras que los defensores de los Derechos Animales reivindican la libertad de los animales en no ser explotados.

A simple vista, parece que el concepto de libertad por sí solo no ayuda mucho a entender cual de las posturas es la correcta.

Sin embargo, podemos comprobar que resulta lógicamente contradictorio afirmar que se debe respetar nuestra libertad para poder explotar a los demás animales, dado que esa explotación implica destruir su libertad. ¿Acaso se debería también respetar nuestra libertad para practicar el racismo y el sexismo?

Los partidarios del antropocentrismo afirman que ellos deben tener el derecho a decidir sobre la vida de los animales no humanos para su propio beneficio. Es decir, ellos piden que se respete su libertad para violar la libertad de los demás animales, discriminando así la voluntad y los intereses de los no-humanos. Pero esa pretensión viola el mismo concepto de derecho moral, puesto que no puede haber un derecho que consista precisamente en violar los derechos de otros.

Nuestra libertad no justifica vulnerar la libertad de los demás. No hay ninguna razón que justifique ignorar o despreciar la libertad de otros animales para vivir sin estar sometidos a explotación por nuestra parte, del mismo modo que respetamos esa misma libertad en todos los seres humanos.

En una ética racional, la libertad debe ser compensada mediante la igualdad —y viceversa.

Es por esto que no puede existir un derecho genérico a la libertad sino derechos específicos de los individuos particulares que protegen intereses concretos. Estos derechos protegen intereses, a pesar de que respetarlos suponga negar el posible beneficio de otros individuos o de la comunidad en general. Es decir, aunque pudiéramos obtener un beneficio para nosotros utilizando a animales como alimento, vestimenta, entretenimiento o en experimentos médicos en contra de su voluntad, no debemos hacerlo porque eso supondría violar sus derechos morales.

Aunque se les puede someter mediante la fuerza y reprimir sus deseos; todos los seres sintientes tienen un interés básico inherente en ser libres, es decir, en poder actuar con autonomía de acuerdo a su propia voluntad sin estar sometidos a la voluntad de otros. La intencionalidad no es un fenómeno exclusivo en seres humanos. Los otros animales también tienen deseos, intenciones y propósitos. Ellos poseen su propia voluntad. Esta capacidad puede variar en complejidad según la especie y el individuo, pero la intencionalidad parece ser una facultad inherente a todos los seres sintientes.


Al igual que nosotros, los demás animales tienen un deseo genuino de ser libres. No quieren estar encerrados contra su voluntad ni sometidos a los deseos ajenos. Por eso, cuando las circunstancias se lo permiten, intentan siempre escapar de sus captores, y en algunas ocasiones lo consiguen. Aunque desgraciadamente esa libertad no suele durar mucho puesto que son perseguidos por los esclavistas o el daño que les ha causado el confinamiento les dificulta vivir libres como desearían.

Tendemos a pensar que los otros animales sólo les preocupa evitar el sufrimiento, o buscar el disfrute, pero lo cierto es que las experiencias subjetivas de los demás animales abarcan más allá del placer y el dolor. En su obra conjunta, Marc Bekoff y Jessica Pierce han explicado que la libertad es un interés fundamental de los animales, en tanto que son agentes que poseen voluntad y desean tomar decisiones acerca de su movimiento y el desarrollo de su vida [ver: Agenda para la cuestión animal, Marc Bekoff & Jessica Pierce; 2018].

Los otros animales, al igual que nosotros, también desean conservar su vida y protegerse de las amenazas que les pueden dañar. Asimismo, tienen un interés en no estar sometidos a la voluntad ajena que les impida desarrollar sus vidas libremente, sin coacciones, y tomar sus propias decisiones. De este modo, el profesor James Rachels argumenta que si reconocemos a los humanos un determinado derecho a la libertad entonces no podemos lógicamente restringir ese derecho a otros animales que tienen el mismo interés en estar libres de interferencia y sometimiento.

La mayoría de la gente se opone a causar daño o sufrimiento innecesario a los animales que hemos esclavizado, pero no se opone al hecho mismo de esclavizarlos, es decir, a que sigamos utilizándolos como nuestra propiedad, como meros recursos para satisfacer nuestras necesidades y deseos. Ésta es otra de las muchas diferencias relevantes entre la posición del Bienestar Animal y la de los Derechos Animales. El bienestarismo reduce la preocupación por los animales a su bienestar, mientas que la teoría de los derechos reconoce que los animales tienen una variedad de intereses.

No es lo mismo preocuparse por el bienestar de los esclavos que buscar que dejen de ser esclavos. Cuando la esclavitud de seres humanos era legal, hubo personas que intentaron que no se causara sufrimiento innecesario a los humanos esclavizados y que éstos dispusieran de cierto bienestar, mientras que otras trataron de abolir su esclavitud.

Los animales merecen poder vivir sus propias vidas, sin que nosotros les sometamos a nuestras necesidades y deseos. Es una cuestión de justicia. Dado que la diferencia de especie no es una diferencia que justifique una discriminación moral esto significa que los demás animales merecen el mismo respeto que nosotros. Ellos merecen vivir sus vidas de forma independiente sin estar sometidos a nuestra dominación. Todos los seres dotados de sensación o conciencia sensitiva, seres dotados de su propia voluntad e intereses, deben tener reconocido un derecho fundamental a que no los tratemos como nuestras propiedades; sin importar la especie en la que estén clasficados.

Por otro lado, los animales no humanos que viven bajo nuestra tutela nunca pueden ser propiamente calificados como 'libres', incluso si viven en refugios y santuarios, o cuidados por individuos particulares. Casi todos ellos son personas refugiadas de la esclavitud o descendientes de esclavos.

Limitar la libertad de las personas que estén bajo nuestra tutela —ya sean niños, animales, humanos discapacitados o seniles— no viola sus derechos siempre que se haga exclusivamente para su beneficio, es decir, para proteger su vida y su bienestar, en tanto que ellos no pueden responsabilizarse de su propia vida en el contexto en el que se encuentran.

Por supuesto, esto no justificaría secuestrar a un humano, o un animal no-humano que viva en libertad, con la excusa de que nos preocupamos por su bienestar. Esto sí sería una violación de su autonomía personal. Los animales tienen derecho a vivir liberemente en sus hábitats, con sus comunidades y familias, sin interferencia ni intervención humana en contra de su autonomía.

En el primer caso que he señalado nos referimos a personas que estén bajo nuestra responsabilidad debido a que somos causantes de su existencia o a que tenemos un deber de cuidarlos por ser familiares, o a un animal que haya sido víctima de seres humanos. La tutela tiene que estar justificada por un vínculo de causalidad moral; y nunca por un interés instrumentalista o de beneficio personal.

Se viola el derecho de un individuo cuando atentamos contra su interés legítimo para beneficiarnos nosotros, es decir, cuando lo tratamos como si fuera un objeto o un recurso que existe para satisfacer nuestros deseos o para lograr algún objetivo que nosotros estimemos deseable; esto es explotación de seres sintientes. La instrumentalización de los animales una violación de su libertad. Como bien argumenta la filósofa Valéry Giroux, debemos terminar con la explotación institucionalizada de los animales, en tanto que los animales no sólo tienen un interés en su propio bienestar y supervivencia sino también en un interés en su libertad.

Lo que propone pues el veganismo es simplemente reconocer que los demás animales deben estar libres de la esclavitud a la que los hemos sometido. Ellos tienen el mismo derecho que nosotros a gozar de esa libertad. Por esto, debemos dejar de utilizarlos, de considerarlos como medios para nuestros fines. Veganismo es sinónimo de liberación animal. Veganismo es libertad.